Cigu no pierde de vista buitres y chovas desde el Balcón de Pilatos de la sierra de Urbasa
Javier Rico
Ya sabéis que agosto es el mes de descanso de Aver Aves. ¿Descanso? ¿Quién dijo descanso? Bueno, sí, descanso de ruta con escolares, pero sin dejar de lado nuestro lado pajarero. Y el de Cigu, nuestra mascota. Su última parada fue en Navarra, en un viaje muy emotivo donde disfrutó con la numerosa presencia de buitres leonados y chovas piquigualdas entre los cortados de la sierra de Urbasa. Sin desdeñar, por supuesto, el pajareo urbano por el río Ega en Estella, en compañía de oropéndolas, ruiseñores y papamoscas.
Realmente, Cigu se ha paseado por diversos lugares de la geografía peninsular durante este verano (y los que le quedan): visitó las lagunas de Meco, en Madrid, para contemplar por primera vez fumareles cariblancos y alcaravanes; subió hasta Durango y Bilbao, donde, además de pajarear entre trepadores, gallinetas y águilas culebreras, presenció varios conciertos del Bilbao BBK Live; y recientemente visitó la sierra de Urbasa y Tierras de Estella, en Navarra.
Ya sabéis que Cigu y en Aver Aves por extensión somos muy de pajareo urbano, de ahí que costara sacarla de la ciudad de Estella/Lizarra, y más concretamente del parque de Los Llanos. Justo en un meandro del río Ega se levanta esta zona verde, antesala del recorrido por la zona histórica por unas calles que rezuman Camino de Santiago por los cuatro costados.
Ahí está Cigu, plantada entre los álamos del río Ega donde cantaban las oropéndolas
Pero Cigu a la suyo, que si me paro aquí, entre los álamos, a escuchar a las oropéndolas; que si baja a la orilla para contemplar a las lavanderas, ánades y ruiseñores; que si me giro hacia el interior del parque para admirar a los papamoscas cerrojillo y gris y al colirrojo tizón; que si no dejo de visitar el puente del Azucarero para gozar con las acrobacias de aviones roquero y común…
Solo con la promesa de llegar hasta una de las fuentes del Ega, el nacedero del río Urederra, conseguimos sacarla de Estella/Lizarra. Aquí poco importó que se le escapara el mirlo acuático, porque Cigu quedó obnubilada con las aguas transparentes del cauce del Urederra, con las cascadas que forma, con la caída naciente desde el denominado Balcón de Pilatos y, sobre todo, con el magnífico porte de hayas y quejigos.
Hayas majestuosas y un agua sumamente transparente caracterizan el nacimiento del río Urederrax
Puestos a hablar de árboles monumentales, quedó también entusiasmada con la casi milenaria encina de Eraul, pero Cigu lo que quería era subir allí desde donde se descolgaban las fuentes del Urederra, donde no dejaba de ver y oír a buitres leonados y chovas piquigualdas y piquirrojas. El Balcón de Pilatos es uno de los puntos más espectaculares de la sierra de Urbasa, con los frondosos bosques de hayas y acantilados rocosos a tus pies (y patas).
También quiso visitar el embalse de Alloz, aunque le dijimos que pocas aves iba a ver porque se usa mucho para la pesca, navegación y baño, y más en estos días calurosos de agosto. Cigu se empeñó y sacó partido de este empeño, porque tras la presa principal del embalse se vuelven a remansar las aguas del río Salado en un humedal más recogido, donde se observan cormoranes grandes, fochas comunes y ánades azulones y se oyen carriceros entre la orla de vegetación.
Encina casi milenaria de Eraul. Otro punto para regocijarse durante nuestro paso por Navarra.
Cigu estuvo alojada en los apartamentos rurales Zazpiate, en Abartzuza (muy recomendables, por cierto), y cada mañana salía al balcón para contemplar a los omnipresentes buitres leonados, pero también para practicar el pajareo rural con mirlos, gorriones, palomas, petirrojos, tórtolas y, sobre todo, aviones comunes. Solo así pudo extasiarse al ver cómo unos cuantos de estos últimos echaban con gritos y vuelos amenazantes a un milano real al que se le ocurrió campear muy cerca de sus nidos y lugares de alimentación.
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