Cimientos en los valores

Publicado el 12 junio 2013 por Franky
Esta despiadada crisis económica, institucional y ética debilita y dificulta la esperanza del pueblo español y, en ese malhadado malestar, soportando a diario la epidemia infecciosa de la corrupción, tiene que convivir con la lacra del paro sin verle su final. La sociedad moderna, abandonando el relativismo y la mediocridad, necesita asentar sus cimientos en las raíces y valores cívicos y cristianos de Europa. España debe elegir para sus “res públicas” gentes responsables, de altura intelectual y de firmes convicciones; la política no puede seguir en manos de indocumentados y desclasados, que van a medrar a la sombra y sumisión de sus jefes políticos; no es posible tener democracia sin conciencia, democracia es participación, igualdad, derechos y libertades, una Constitución y los medios de comunicación libres. Los escándalos políticos exigen medidas inflexibles, no admiten ni el más mínimo titubeo, ni atisbo de tolerancia. La solemne corrupción, los desvíos de fondos para el reparto y la mangancia, al tiempo que el derroche y la profusión de gastos superfluos y prescindibles hacen de España una finca en descalabro y derribo.

Sin embargo, entre todas las penurias que la acosan no hay ninguna mayor que el acoso altanero del reto secesionista, que más y más se enardece entre el silencio parsimonioso del Gobierno de Rajoy, callado en esa insufrible inepcia que lo enquista, mientras el nocivo y necio nacionalismo, en su decidido obstinado incumplimiento de la Ley, sigue afirmando con osadía, que no respetará el ordenamiento jurídico español; insulta a España y le exige millones y millones, para resolver su insolvencia y fracaso; esa gente es la que ofende, retuerce la cuestión y tergiversa la historia; y, para colmo, el odio que le tiene a España, lo vuelca en la falacia de “España contra Cataluña”, como reza el lema de ese invento de simposio que ahora zarandean.

Ante postura tan grave, no se entiende la pasividad de Rajoy. ¿A qué espera, qué pinta su falta de beligerancia, por qué no usa los muchos resortes que permite la ley, y, de momento, por qué no corta toda ayuda financiera a la Generalidad? Su idea de diálogo se ha demostrado inútil, no logra detener la locura secesionista, el independentismo no cesa, no para, aumenta y ataca, se enardece y fomenta con ahínco, desde las instituciones, la desafección a España de todas maneras, hasta ha infectado el Club de fútbol del Barcelona. El T. Constitucional será el freno del insolente desafío de Mas con el envenenado separatismo. España no puede tolerar las veleidades de unos cuantos iluminados regionalistas; si estos persisten en su desvarío contra la sagrada integridad nacional, para ocultar su descomunal fracaso político y económico, el Gobierno habrá de actuar con todos los útiles políticos y legales de que dispone, en defensa de la unidad y el interés general de España, incluso, si es necesario, recurriendo al artículo 155 de la Constitución, que ofrece la posibilidad de suspender la continuidad de una Comunidad por injuria institucional; la función del T. Constitucional va a ser decisiva para cortar esta locura independentista, desde luego la transgresión de una resolución del Constitucional es muestra de la indignidad y vileza más evidentes.

Esta sociedad, empobrecida y desalentada, anda desprovista de políticos valiosos, honrados y cargados de valores, que con sacrificio y trabajo se esfuercen por los objetivos, hombres como Nadal y Neymar. Este, al llegar el otro día, con su juventud llena de juicio e cordura, declaró humilde, que viene a incorporarse al Club barcelonés a fin de ayudar a Messi en su trabajo de goleador y en acrecentar su renombre. R. Nadal, tras meses fuera de las pistas y en la duda de si podría regresar a la competición, va de triunfo en triunfo, derrotando a quien se le enfrenta, como ayer, que ganó un partido épico en Roland Garros camino de Wimblendon, con lo que entró en la leyenda y alcanzó los más altos nimbos de la gloria. Su confianza al afrontar las dificultades lo reviste del espíritu de un deportista colosal e indiscutible; el cúmulo de valores que conforman su persona lo encumbran a esferas modélicas, es un ejemplo vital para España en estos momentos de agudas dificultades. La grandeza y virtud de Nadal son una inyección de optimismo para los españoles.


C. Mudarra