Os puedo asegurar que ha sido una experiencia muy satisfactoria. Desde entonces he podido escribir libremente, sin ninguna cortapisa, he contactado con muchos de vosotros, he hecho amistad virtual con buena gente de distintos sitios, diferentes edades, diversas ideas, y en algunos casos, os he conocido y hoy formáis parte de mis amigos más cercanos, de esos que se cuentan con los dedos de la mano.
Por lo tanto, debo mucho a Kabila, que me ha permitido expresarme y relacionarme libremente. Y debo decir que los visitantes de Kabila, por lo que me llega, sois, casi sin excepción, gente solidaria, sensata, capaces de pensar y de crear y de aceptar posiciones distintas, sin que las discrepancias –normales cuando se habla de política-- supongan otra cosa que el enriquecimiento de ideas.
Aquí, en esta casa se aceptan las críticas, siempre que no busquen la provocación o se utilice el insulto. Nadie está en posesión de la Verdad, aunque algunos, unos pocos se lo crean.
Algunos también habéis sufrido estos ataques y los conocéis. Llegan suaves, con comentarios dulces y sonrosados hasta que se creen fuertes y entonces insultan gravemente por el hecho de disentir. Y se dicen de izquierdas, “de la única izquierda”. Esa que pretende salvar al mundo, normalmente desde posiciones acomodadas y lanzar desde su sillón consignas revolucionarias contra los que, siendo de izquierdas, no comulgan con los totalitarismo que para ellos son paradigmas de paraísos. No voy a decir ni un nombre porque estoy seguro de que lo que buscan, entre otras cosas, es notoriedad y propaganda gratuita.
Volviendo a lo positivo, que es casi todo, confieso que estos años han sido para mí, y espero que para muchos de vosotros, fructíferos, no por lo escrito en Kabila, que ha sido bastante –cerca de 2400 entradas—, sino porque he construido una red de blogs en los que entro y con los que aprendo cada día. De los que saco conclusiones valiosas. Gente que vale la pena.
Espero seguir aquí con vosotros. Y aunque a veces me vienen ganas de descansar, de retirarme un poco, no he podido hacerlo, temo que el mono se me haga irresistible. De momento, sigo al pie del cañón, con ganas de defender mis ideas, sin dogmatismos, y aprendiendo de vosotros, de esta blogosfera que me tiene atrapado.
Gracias kabileños, amigos, compañeros de viaje. Besos y abrazos a repartir.
Salud y República