La conocí en un vending, de nombre extranjero. La encontré con bollos, al atardecer. Era oronda y rubia, como barril de cerveza. En su voz amarga había la tristeza doliente y cansada del comelotó…
Y recuerdo sus palabras, sí, que el tiempo ha ordenado en mi cabeza con lirismo ridículo, invadiendo la letra de la copla Tatuaje:
Mira el café edulcorado
y estas lorzas de mujer.
La genética me lo ha dado
y eso que soy “de no comer”.
La grasa llegó, y se ha instalado
vaya, ¿qué le voy a hacer?
Si yo soy de huesos anchos
¡Es la maldición de ser mujer!
Dejando de lado la historia anterior (¡real!), estos son datos serios de la OMS: “Cada año fallecen por lo menos 2,8 millones de personas adultas como consecuencia del sobrepeso o la obesidad. Además, el 44% de la carga de diabetes, el 23% de la carga de cardiopatías isquémicas y entre el 7% y el 41% de la carga de algunos cánceres son atribuibles al sobrepeso y la obesidad.”
En días de mango africano, cápsulas de alcachofa, danacoles y otros productos “milagrosos”, es momento de recordar que para mantenerse en forma hay que comer menos, mejor y, a ser posible, de modo natural y con abundancia de vegetales. Para los no vegetarianos cabe recordar que las carnes de calidad -con moderación-, son buenas para la salud; lo malo es la botella de vino, el chupito y las horas posteriores frente a la televisión. Sí, menos velas a san Sacarino.