No alcanzo a comprender cómo el autor de La fiesta del chivo puede olvidarse su inmenso talento para escribir una novela que podría haber firmado Nora Roberts o Corín Tellado. Un folletín en el Perú de Fujimori salteado con prensa y toques pseudoeróticos. Una mierda, en suma.
Ni se les ocurra.