Dice
Scolari que a España le quedan dos
años de juego bonito; ojalá. Y me alegraría porque su error es despreciar a la
excelente generación de futbolistas que vienen detrás de los actuales: Thiago, Isco, Morata, Muniesa, De Gea, Montoya, Muniaín, Illarra, Oliver, Jese, Delofeu, Derik, etc. Miren su juego y resultados.
Pero
antes que nos quiten lo ‘bailao’ durante
cinco años. Tras ver a la torcida brasileira pitar a nuestra selección de puro
miedo en el mismísimo Brasil, recuerdo el casi medio siglo que llevo viendo
fútbol conscientemente y las grandes decepciones que nos hemos llevado con
nuestros internacionales en cada una de las grandes citas mundiales; ahora ya,
afortunadamente, agua pasada.
Y
para que llegara este quinquenio de ensueño han tenido que confluir las sapiencias
futbolísticas de cinco hombres fundamentales para entenderlo. Los cinco fueron
magníficos futbolistas internacionales españoles y sufrieron en carnes propias
los mismos desengaños que los aficionados.
Quien
inició el lustro portentoso fue Luis
Aragonés. El maestro colchonero decidió tras un tiempo gris en la selección
dar la alternativa a los jugadores excelentes que funcionaban con la cabeza, el
tronco y las extremidades, pero por ese orden. Y aparcó a otros buenos
jugadores que exigían un protagonismo que restaba en lugar de sumar;
futbolistas emblemáticos que tuvieron sus oportunidades y no lograron que la
selección ahuyentara sus clásicos fantasmas
teniendo un papel preponderante en la misma. Raúl quizás fue el ejemplo más evidente; magnífico profesional y el
mejor goleador internacional español de la historia pero con el mal fario de
fallar en los momentos clave con la zamarra roja.
Así,
los Xavi, Iniesta, Casillas, Cesc, Alonso, Ramos, Silva, Senna, Torres, Villa y algunos
más tomaron el relevo en su papel de protagonistas dotando a nuestro equipo
nacional de una forma de jugar que empezó a maravillar en el europeo del
2.008 proclamándose campeones rompiendo
el gafe que hasta ese momento nos perseguía; y contra Italia y Alemania, que no
eran moco de pavo. Luis se percató de que por pequeños que fueran en
comparación física con los demás, si se ponían a jugar como ellos sabían no
habría quien los parara, como así sucedió. Y, además, les enseñó a jugar el
otro fútbol que hacen los equipos campeones; el juego pardo que demasiadas
veces nos había dejado en la cuneta. Ése en el que eran expertos los italianos
y alemanes a quienes dimos ‘pal pelo’ en el campeonato de Europa donde empezó
todo. ¡Grande Luis!
Al
de Hortaleza le siguió el merengón Del
Bosque; empeño de Hierro. Un
hombre tan tranquilo como experimentado que ya venía de vuelta habiendo ganado
muchas cosas importantes con el Madrid y que en lugar de sacar el panfleto de
la soberbia, como algún cantamañanas hace en estos
tiempos – no señalo pero quienes me siguen lo pueden imaginar-, sacó el de la
sabia humildad y perseveró en el estilo que su antecesor puso en práctica con
tal acierto que incluso lo superó ampliamente. Un mundial y otro título europeo
avalan su trabajo. Y mientras, el fútbol mundial tan asombrado con el juego de
España que todos han tratado de imitarlo en estos últimos años. Y cuando digo
todos me refiero a los que de verdad saben y son importantes en tal dimensión
futbolística. Hay otros que prefieren ningunear a los técnicos españoles
citados y a sus futbolistas más emblemáticos por puro complejo de inferioridad.
¡Enormes Fernando y Vicente!
Y
para completar el poker activo de ases que han propiciado el salto cualitativo
del fútbol español apareció hace también cinco años Pep Guardiola. El técnico y exjugador culé por excelencia, por
mucho que a algunos mandamases barcelonistas actuales les joda reconocerlo, le
echó al asunto lo que había que echarle y les dio el mando a sus grandes
futbolistas canteranos en detrimento de los figurones extranjeros hasta hacer del Barsa un equipo legendario. Tan de
leyenda que ganó todo lo ganable y ha pasado a la historia de los mejores clubs
de fútbol marcando una época; equipos así su cuentan pocos. Y ha sido tan importante su aportación que
aparte de los Busquets, Pedro, Piqué o Valdés, que él
incorporó; el fútbol reconoce que el estilo actual de la selección es el de su
Barsa. Casi ‘na’. ¡Gracias, Pep!
Cinco hombres imprescindibles para entender el éxito español en cinco años para la historia;
sumándoles un gran Villar delegando
con clarividencia ¡Olé, Presidente! Ojalá que sus herederos hereden también sus
sabidurías.