“He solicitado comparecer en esta cámara–dijo el presi en el la cámara del Senado– para ofrecer a los españoles las aclaraciones y explicaciones que creo necesarias para la actual situación que vivimos. Los diversos escándalos de corrupción concentran el mayor rechazo de los españoles. No haré la más mínima alusión a otros asuntos, no caeré en el ‘y tú más’. Hablaré sólo del caso Bárcenas, que implica a un extesorero del Partido Popular, actualmente en prisión, con delitos fiscales y con fondos cuyo origen investiga la Justicia”. Rajoy llegó a mencionar a Bárcenas en repetidas ocasiones. En la introducción, declaró que nadie le había movido a comparecer sino que había sido por iniciativa propia, para aclarar dudas de los diputados y para esclarecer la situación actual en referencia a las insinuaciones del caso Bárcenas. Apuntó que no le inquietaba la posible moción de censura que planteaba el líder de la oposición “porque es un instrumento democrático”, pero que le preocupaba el daño que se pueda hacer a la imagen de España. De Bárcenas, dijo que “era alguien de confianza en el partido, me fié de él y le apoyé. Me equivoqué al confiar en una persona equivocada. Me engañó, lo tenía muy fácil”. Pero rechazó dimitir. Luego, insistió: “Di crédito a Bárcenas porqueera alguien de confianza en el partido. Me fié de él y le apoyé, como apoyaría a cualquiera que sufriera una persecución que yo creyera injusta. Me equivoqué al confiar en una persona equivocada, pero no encubrí a un falso culpable. Me engañó, lo tenía muy fácil porque yo no condeno a nadie de manera preventiva... El PP no ha llevado una doble contabilidad ni oculta ningún delito. Se han pagado sueldos y remuneraciones complementarias al cargo, como en todas partes”. Rajoy defendió que las acusaciones eran falsas, como las medias verdades o las interpretaciones de las medias verdades que empleara como cobertura. “Ya les adelanto yo que, en el PP, ni se ha llevado una doble contabilidad, ni se oculta ningún delito. Se han pagado sueldos y remuneraciones complementarias al cargo, como en todas partes. Es de justicia”. El presidente estuvo jaleado en todo momento por los suyos, pero, criticado por el resto de la cámara.
Tras hacer un repaso por las últimas cifras económicas positivas, Rajoy mostró que no era justo que el esfuerzo económico se viera empañado por una acción concreta que estaba sacudiendo a España. “En esta situación –dijo–, irrumpe el llamado caso Bárcenas, objeto fundamental de esta comparecencia”. En su discurso en la cámara alta, el líder del Ejecutivo repitió que siempre había declarado todos sus ingresos, y que sus declaraciones de renta y patrimonio de los últimos diez años estaban a la vista de todo el mundo. Pidió que dejasen que los jueces trabajasen. “Lo único sensato que se puede hacer es dar tiempo al juez para que resuelva lo que proceda. A él le corresponde establecer la verdad”. Dirigiéndose a Rubalcaba, le espetó: “Yo no critico que se ejerza una oposición dura, incluso implacable, pero no me amenace, señor Pérez Rubalcaba, porque no se amenaza con los instrumentos de la Constitución Española.Es libre de emplearlos, si quiere hacerlo, pero no puede convertirlo en un instrumento de presión”. Comentó que él no vivía pendiente de las declaraciones de nadie, al contrario del propio Rubalcaba. Volvió a declarar que no permitiría que nadie dinamitase el enorme esfuerzo que se está haciendo para salir del estancamiento, porque no es admisible que nadie ajeno a los órganos parlamentarios dicte la política del Gobierno. Advirtió: “El Estado de Derecho no admite chantajes. Quédense tranquilos, la Justicia sigue su camino, y ni se ha producido ni se producirá ningún tipo de presión ni a la administración de Justicia, ni a la Agencia Tributaria, ni a los órganos judiciales”. Después de enumerar seis reformas que el Gobierno tiene en marcha, Rajoy se quejó de la dañina percepción de que todo, en la política, está perdido, principalmente “porque es falsa. Quienes se dedican a la política lo hacen al margen de intereses espúreos. Pueden ser corruptas las personas, pero no las ideologías, salvo las totalitarias. Es importante frenar este deterioro de la imagen de los políticos y las instituciones democráticas, porque podría hacer un daño irreversible al trabajo realizado por todos” Y terminó reconociendo su error y respondiendo con el rechazo a todas las acusaciones de Bárcenas. “Mantendremos con firmeza el rumbo del Gobierno, que se basa en dos valores: su programa de reformas y su estabilidad. Para nosotros es muy importante que no se quiebre la confianza en España, en su solvencia, su estabilidad, y su capacidad para salir adelante”.
El presidente del Gobierno citó unas 20 veces el nombre de Luis Bárcenas para asociarlo con la corrupción y para declarar su inocencia personal en todo este caso. Repitió que tuvo un error al creer en la inocencia del que fuera gerente del PP, alguien “infiel” y presunto delincuente. Admitido el error, Rajoy pasó al ataque, mirando a la bancada socialista: “Si hubiera que dimitir por cada información tendenciosa, ¿cuántos de ustedes seguirían en la Cámara?”. Rajoy siguió con sus disculpas, pero de una manera peculiar: “Di crédito al señor Bárcenas, una persona de confianza en el partido..., carecía de razones para dudar de su inocencia así que creí en él y le apoyé... lo hice hasta el momento en que, cuatro años después de iniciadas las investigaciones, llegaron cuentas desde Suiza a nombre de Luis Bárcenas... esto constituía un hecho ilegal que no concedía dudas. Cometí el error de creer a una persona como inocente, pero no el delito de encubrir a un presunto culpable”. Y porque no le quiso encubrir, dijo Rajoy, Bárcenas entendió que su tarea era atacar al PP: “Tiene derecho a defenderse y escoger su propia estrategia, yo no se lo voy a negar”, porque “al acusado se le permite no declarar e incluso mentir en defensa propia: inventar excusas, pretextos, justificaciones, traspasar su culpa a otros... y eso es lo que está haciendo el señor Bárcenas, defenderse como mejor le parece”. “No cabe duda –concluyó– de que las acusaciones, las medias verdades y las razones que emplea Bárcenas son falsas”, porque en el PP, “ni se lleva una doble contabilidad, ni se ha cometido delito: se han pagado sueldos, como en todas partes, porque es de justicia”, pero “se han pagado en blanco y se ha incluido el pago en la contabilidad… Todos mis ingresos; mis declaraciones de la renta y patrimonio de los últimos diez años están a la vista de todo el mundo... y tienen más valor que un renglón escrito al vuelo en un papel arrugado”.
Rajoy anunció que no se va y que “esperaré a que concluya el proceso judicial en la seguridad de que ni a mi partido ni a mí se me podrá imputar ninguna actuación ilícita”. Criticó directamente a Rubalcaba, que quiere actuar ya y “prefiere no esperar a que se demuestre la verdad tal vez porque la verdad les inquiete, no les guste o no tengan tiempo político para conocerla”. En todo caso, insistió en que “no es mi tarea demostrar la falsedad de lo que dicen otros...”. Pero, en ningún momento desmontó ninguna de las graves acusaciones lanzadas por el extesorero. Dijo que la moción propuesta por el PSOE “es un uso fraudulento de los instrumentos de la Constitución”, porque afectaría a la deuda española, a nuestra credibilidad: “Nuestra situación económica mejora, pero es todavía demasiado débil”. Añadió que una moción “sabotea” la confianza que estamos ganando en los mercados. Advirtió que no piensa dimitir, que seguirá al frente del Gobierno con su calendario de reformas y que no se moverá ni un ápice de lo que se ha propuesto. “No es información lo que reclaman, sino una ratificación sin condiciones de sus ideas si es que podemos llamarlo así. ¿De qué sirve decirles nada? –argumentó–. Recalcó que “no comparezco por ninguna otra razón y mucho menos porque me inquiete en lo personal esa moción de censura, irrelevante y pueril y que produce un daño irreparable a España, a su crédito y a sus posibilidades”.
El Grupo Popular convierte lo que debió ser una comparecencia de Mariano Rajoy ante el Parlamento en un ataque a la oposición, especialmente, al PSOE. Lo hace el propio presidente del Gobierno en su intervención y el portavoz de los populares en el Congreso, Alfonso Alonso, al intentar desacreditar a los líderes políticos de la oposición a los que acusa de “montar” una “insidia política marrullera”. Pone el ventilador sobre la corrupción en marcha para diluir el caso Bárcenas “¿Con qué autoridad se le puede pedir explicaciones a un Gobierno intachable?”, pregunta Alonso. Cita uno a uno a los líderes políticos para intentar restar crédito a su honorabilidad, mencionando casos de corrupción que afectan a sus partidos. Carga su artillería contra la líder de UPyD, Rosa Díez, una de las más críticas con el presidente delGobierno. la líder de UPyD, Rosa Díez, una de las más críticas con el presidente del Gobierno. Le reprocha que no exigiera explicaciones cuando formaba parte del PSOE y “estaba a gusto en ese partido”. Cuestiona a Cayo Lara, líder de IU, por pedir elecciones anticipadas y la dimisión de Rajoy, mientras, en Andalucía, mantiene su apoyo al PSOE en su pacto de Gobierno. “Aquí pide elecciones anticipadas, pero en Andalucía pide carteras en el gobierno”. Y acusa a la oposición de querer “camuflar sus vergüenzas”. La única explicación que ve en las exigencias de una explicación por parte de la oposición es “difamar al adversario para camuflar las vergüenzas propias. Este es el espectáculo que se ha visto hoy aquí”. De esta manera, lejos de dar explicación alguna por las graves acusaciones contra su partido en el caso Bárcenas, acusa a la oposición de casi todo, entre otras cosas de “negarse a participar junto al resto de españoles en una apuesta por el bienestar”, de “tener miedo a que termine la crisis” con el PP reactivando la economía, y de seguir una estrategia con la única voluntad de “erosionar al Gobierno legítimamente salido de las urnas”.
Bajo diversas etiquetas como “lamafiamiente”, “RbCb”, “ComparecenciaRajoy” o “MarianoSéFuerte”, las redes sociales estallan el jueves, en torno a lo que sucede en la Cámara Alta. Y, a mucha distancia de los demás, “Findelacita” se encarama al primer puesto de las preferencias de los tuiteros para comentar el debate. El furor por este último hashtag llega al punto que, esa misma mañana, alguien registra el dominio findelacita.com, para un futuro uso en una página web. Mariano Rajoy, en poco más de una hora, articula buena parte de su discurso en torno a frases del propio Pérez Rubalcaba y otros líderes socialistas del pasado y recuerda a la oposición lo que ella misma decía en el poder. De esta forma, el “findelacita”, pasa a ser un arma de doble filo que arrasa en las redes sociales. Pero el discurso preparado por Rajoy y sus ayudantes es víctima de su propio ingenio. En su intervención, Rubalcaba no ha tenido más que repetir uno a uno muchos de los SMSpublicados de Rajoy a Bárcenas, y viceversa, para añadir al término de cada uno el ya famoso “Fin de la cita”. Más risas y más aplausos, esta vez de la oposición socialista que, por primera vez en mucho tiempo, ve a su líder contraatacar con fuerza y salir de las cuerdas golpeando para arrinconar al adversario. El “Findelacita” corre como la pólvora en las redes sociales tras su mañana de gloria, y se emplea para martirizar a los citados: “Rajoy cita a Rubalcaba. Rubalcaba cita a Rajoy. Yo pido el #FinDeLaCita y que se marchen los dos”, es uno de los tuits más divulgados al término del cara a cara.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, emplea el turno de réplica para encararse, exclusivamente, con el líder socialista Alfredo Pérez Rubalcaba. Insiste en que no piensa en dimitir como le exige el grupo socialista y varios portavoces de la izquierda. “No me voy a declarar culpable porque no lo soy –se excusa–; porque no tengo constancia alguna de que mi partido se haya financiado ilegalmente; porque siempre he cumplido con la Hacienda pública; porque tengo ética; porque no he vulnerado el Estado de derecho como presidente del Gobierno; porque no he venido a la política a enriquecerme; porque tengo profesión; porque, aunque no soy un compendio de virtudes como usted, señor Rubalcaba, soy una persona recta y honrada”. Entre sus afirmaciones, llama la atención su afirmación de que “no soy consciente” a la hora de referirse a la presunta financiación irregular de su partido. “Acaso soy yo –le espeta a Rubalcaba– de peor condición que usted?”. De su relación con Bárcenas reitera que se fió de él. “¿Cómo no hacerlo cuando las cuentas del partido estaban auditadas por el Tribunal de Cuentas?”, dice mientras la bancada de la izquierda estalla en risas. Ante esta situación, Rajoy se revuelve y exclama: ...”¡Pero si ustedes nombraron director general de la Guardia Civila quien nombraron!”. Y reconoce que se cruzó mensajes de texto telefónicos y que habló personalmente–aunque no concretó en qué momentos–, pero fue para pedirle que abandonara la tesorería del PP, primero, y para que dejara su acta de senador y su militancia en el partido. Pocas novedades más ofrece su réplica, salvo la de criticar directamente a Rubalcaba y emplear una parte sustancial de tiempo en exculparse de todo el caso Bárcenas. “Aquí lo que se quiere es que dimita, no que me explique –dijo–. Desde el pasado debate sobre el Estado de la Nación, he contestado a 37 preguntas en el Congreso, un tercio del señor Rubalcaba, y nunca me han preguntado sobre este asunto”.
“Mariano Rajoy admite su error”. Es este el mensaje que la prensa extranjera, con diferentes matices, recoge de la comparecencia del Jefe del Gobierno español ante el Parlamento. La cita crea expectativas dentro y fuera de Europa, sobre todo, desde que, a mediados del mes de julio, el Financial Times subrayara la necesidad de que el líder del PP diera explicaciones sobre el escándalo de corrupción que está salpicando su partido. El rotativo británico aprueba la comparecencia: “Rajoy ha ofrecido la mayor defensa vista hasta el momento por su actitud con el caso de fondos ilegales”, escribe en relación al caso Bárcenes. A este periódico no se le escapa, por otra parte, que “esa ha sido la única admisión de culpa en un discurso de más de una hora”, en el que “ha negado todas las acusaciones, ha atacado a la oposición por dañar la imagen de España y ha defendido las políticas de su Gobierno”. En la misma línea, The Economist asegura: “Rajoy ha intentado retratar el escándalo de corrupción como un intento de desestabilizarle”. El semanal afirma: “Se ha envuelto en la bandera española” para intentar defenderse, aunque recuerda que la opinión de los españoles no están de su parte: “Pocos de sus conciudadanos le creen”. Los sondeos indican que “el 82% de ellos opinan que Rajoy sabía lo que estaba pasando en su partido”, explica en relación a los supuestos sobresueldos. La cabecera británica no da mucho crédito a la capacidad del jefe del Gobierno de salir de la situación. “Los intentos de Rajoy de esconder el escándalo debajo de la alfombra no tendrán éxito”, asegura antes de subrayar la intervención de Rosa Díez, líder de UPyD, quien “parece estar captando el creciente voto de protesta”. Ha sido, concluye “un sombrío comienzo para las vacaciones veraniegas de los españoles”.
Fernando Garea, en un artículo titulado ‘El único error es el exceso de confianza”, publicado en El País, afirma que Rajoy ha cambiado al admitir un error. “Pero no lo ha hecho al circunscribir este error en una especie de exceso de confianza en su extesorero, manteniendo la negación de todas las demás acusaciones: la de la financiación ilegal y la de los cobros en negro. Solo de pasada ha admitido que había ‘remuneraciones complementarias’, eufemismo para referirse a los sobresueldos que recibían los dirigentes del PP para asegurarles una especie de tarifa plana salarial, muy por encima de lo que los españoles creían que cobraban. Por supuesto, ha negado los pagos en negro y las remuneraciones ilegales a miembros del Gobierno”. Dice que el presidente del Gobierno ha seguido, salvando las diferencias obvias, el guión del “lo siento me he equivocado” del rey y o ha convertido en el “me equivoqué, creía a un falso inocente”. No hay, según Rajoy, ni una sola responsabilidad del PP en el enriquecimiento de su extesorero, ni mención a las supuestas donaciones irregulares, ni sugerencia sobre el trato de favor a empresas donantes y, sobre todo, ni atisbo de un relato lógico del origen de la enorme cantidad de dinero amasada por Bárcenas. “Lo de Rajoy ha sido presentarse como una especie de víctima de una suerte de conspiración en la que han entrado muchos de diferente pelaje ideológico y procedencia. Su problema es que su propio enemigo en este caso es él mismo y su partido. Sus bandazos y sus explicaciones diferentes sobre hechos idénticos. Hoy mismo ha asegurado que se cayó del caballo de su confianza en el extesorero cuando supo que tenía cuentas en Suiza pero, como lo ha hecho ver Alfredo Pérez Rubalcaba, hay sms que dan cuenta de su respaldo y aliento días después de saberse que había defraudado a Hacienda. El discurso inicial de Rajoy era bueno en la estructura y la intención. Rubalcaba estaba incómodo y con apariencia de ir cambiando sobre la marcha lo previsto, por ejemplo, la referencia al uso de datos económicos para encubrir el escándalo. La más concreta de todos los portavoces ha sido Rosa Díez con 20 preguntas muy claras al presidente, directas a los hechos y superando el terreno de los principios en el quiso quedarse Rajoy. Casi todas las preguntas se resumen en una: ¿Por qué Bárcenas se convirtió en delincuente para Rajoy solo en el momento en el que se decide a declarar contra él?... Hacemos lo que podemos” le dijo Rajoy a Bárcenas en un sms y, según le ha dicho Rubalcaba, debió añadir “lo que no hacemos es porque no podemos”.
“La mayor amenaza para la estabilidad democrática española es la prensa de Madrid–escribe Matías Vallés bajo el título ‘Rajoy no tiene nada que decir’, en ‘Al Azar’ (Diario de Mallorca)–. La única diferencia entre ellos y Dios es que Dios no cree ser uno de ellos. Insisten en llamar caso Bárcenas al caso Rajoy, cuando ni los periodistas madrileños se han atrevido a titular que ‘El tesorero de Messi pudo haber cometido un delito fiscal’. Por lo mismo, llaman ‘papeles de Bárcenas’ a los "papeles del PP’, avalados por dos tesoreros libremente elegidos por el citado partido político. De hecho, cuando los populares contraatacan que sólo disponen de una contabilidad oficial, basta preguntarles quién la confeccionó. Dado que la autoría de los libros fetén también recae en Bárcenas, posee el mismo valor que la documentación sobre donaciones. A propósito, sorprende el escapismo madrileño en cuanto a la cuestión clave, si Rajoy cobró sobresueldos en negro procedentes de constructores durante largos años. Para escamotear el asunto fundamental, se despista hacia la intrascendente por diáfana financiación irregular del PP. Equivale a atrapar al hombre que asesinó a Lincoln en un teatro, y preguntarle su opinión sobre la función. Para perdonar las ganancias incalificables de todo un presidente del Gobierno, la prensa de la capital ha machacado la necesidad de que el líder del PP dé explicaciones. Bajo la apariencia de una exigencia de responsabilidades, subyace el sobreentendido de que Rajoy quedará exonerado en cuanto emita uno de sus insípidos oráculos, en la sesión que ayer anunció a un periodista rumano. Rajoy no tiene nada que decir. Su salvación consiste en demostrar que no se encontraba en España los días en que el PP –por vía del empleado Bárcenas– ha anotado que le pagó sobresueldos. Es un poco tarde para ello, los otros agraciados con sobres marrones evitan el desmentido. La prensa internacional no se contagia del desvarío de sus colegas madrileños, sino que golpea sobre la incógnita cenital. A saber, si el presidente del PP cobró en negro de su partido mientras era el ministro encargado de vigilar las incompatibilidades”.
Salimos, pues, por la tangente, que J. R. Mora nos muestra en dos trazos. Y en pleno humor, seguimos con dos planos del Congreso. En el primero, vemos los preparativos de última hora y, en el segundo, el presidente del Gobierno comparece para dar explicación. Otras espontáneas como Toros y políticos y las Mil caras de Rajoy. Por último, si dimite… ¿en qué va a trabajar?
Erlich nos entretuvo con sus dibujos:
Otros, de Santy Gutiérrez, Perids, Forges, Pat, Ferrán, J. R. Mora…
Rosa María Artal escribe, en un breve texto titulado “fin de la cita”, sobre la mofa en España y fuera de España con esta muletilla de Rajoy. “Aunque existen –comenta– diferentes versiones, prima la que piensa que era una anotación entre paréntesis colocada por el redactor del discurso para que supiera dónde terminaban las frases que tomaba de otros. En una TV argentina han hecho una completa burla. The Economist habla de que Rajoy “se aferra al puesto” E incluye expresiones como “se envolvió en la bandera roja y gualda de España”. ¿Bochorno decía en el artículo anterior? Sí, me he quedado corta. El semanario británico ilustra con esta expresiva foto su crónica. Esto es lo que tenemos. Cuentan que el presidente Rajoy… ha salido “contento” del debate.
Ernesto Ekaizer, autor de 'El caso Bárcenas', se cita el pasado mes de mayo con Gonzo. Es una de las personas que mejor conoce la trama. Para hacer la ruta del 'puto amo' comienzan en la sede del PP, en Génova hablando de Mariano Rajoy.
En el último vídeo se denuncian las mentiras de Mariano Rajoy y el Partido Popular sobre el caso "Bárcenas".