Cinco momentos perfectos de la milonga arruinados por torpeza (propia o ajena)

Por Sonriksen
1  - EL TIPO QUE PASABA POR AHÍ:  Un hombre. Una mujer. Los dos son forasteros en su ultima noche en la ciudad. No se han visto nunca. El la saca a bailar en la tanda de Di Sarli, impactado por su belleza. Ella queda prendada de su apostura viril y su perfume. Los dos descubren en esa tanda mágica que podrían hacer un hogar en su abrazo, con fuego a tierra, chimenea y noches compartidas. Están esperando encontrarse otra vez, pero el no quiere forzar ese algo intangible. En su imaginario, cree ser Jesse, el de BEFORE SUNRISE,  que ha encontrado a Celine. Sin embargo, el hombre necesita una mínima garantía para fluir. Asi que luego de meditarlo mucho y  mientras suena una cortina, sube los tres escalones que lo separan del Dijey melenudo y le pregunta cuando pondrá Pugliese. El melenudo le dice, sin dejar de mirar su ordenador "ahora" e ipso facto suenan los primeros acorde de "Ojos Negros". El hombre que se cree Jesse baja apresuradamente los escalones y en el ultimo se tuerce el tobillo. Mientras cae ve como uno de esos tipos que pasan por ahí y que nunca faltan, saca a la muchacha.  El tren se va. Y el tipo se quedó abajo.
2 - EL ARTISTA QUE PASABA POR AHÍ:  Otra de milongueros de paso.  En este caso, es un bailarín del montón, que después de hacer un viaje agotador por distintos lugares en donde lo único que se baila es regaetton, siente la necesidad imperiosa de bailar,  desquitarse de tantas frustraciones, mostrando su valía. Ha consultado la guia del tango veinte veces y ha buscado la dirección en la red otras tantas. Sabe exactamente cuanto le llevara llegar a la milonga y calcula el momento exacto en que aparezca bien trajeado por la puerta, impactando a los locales, que verán su anodina existencia trastocada para siempre por su llegada, como si se tratara de un mensajero de los dioses, destinado a mostrar su tango.  Todo se cumple tal y como el "Artista" ha soñado. La entrada es impactante y para su satisfacción el tipo ve que los naturales ya lo consideran un ser superior. Es tal la ansiedad que tiene el tipo, que saca a bailar a la mas linda de todas y se va para la pista a florearse.  Ímpetu y energía se liberan en una fuerza incontenible.  En medio tango el "Artista" ha topado a tres parejas y lisiado con un boleazo a una piba.   En redor de la pista se ha formado un anillo de hostilidad presto al sopapo.
Si tiene suerte  podrá salir a la carrera abandonando a su suerte la chaqueta y los dientes.
3 - LA EXHIBICIÓN :  Han ensayado miles de veces, sacrificando su descanso y su sueño. Los dos son perfeccionistas, estetas en estado puro, capaces de emocionar hasta las lágrimas con su abrazo. En uno de sus muchos ensayos los dos al mismo tiempo tienen una epifanía y descubren una forma de bailar que nadie ha hecho nunca. En su propia búsqueda del absoluto todo encaja con sutileza en un paso tan bello que la cadencia misma es un poema escrito en el pétalo de una rosa que se lleva el viento.
Tienen una exhibicion pronto. Y están entusiasmados.  Vendrán a ver sus coreografías y en su mas secreta voz, esa que te susurra al oído cuando duermes, saben que el tango no será el mismo después de que bailen.
La gran noche, anunciada, esperada y soñada llega por fin. La milonga esta a tope. Hace calor. Y las bebidas han ido circulando, lo mismo que las tandas, entre la concurrencia.
Se hace el silencio y la espectación. Salen  a la pista con su elegancia y belleza. Los dos primeros tangos son una delicia, dentro de su linea habitual.  El tercero será el de la revelación. Ella esta a un lado de la pista como una diosa griega.  El al otro lado, detenido en una postura inmutable.  Suenan los primeros compases. Pero no es "Nochero soy", sino el Patito Pio.  El pierde la concentración y ella los nervios y cuando por fin suena el tango, luego de las disculpas del dijey,  comienza a rodar el engranaje perfecto de su paso increíble. Pero a  destiempo.  En vez de quedarse en la cadencia para retomar el compás descubren cada vez mas nerviosos, que la descordinación se hace mayor.  Al maravilloso tejido coreográfico se le escurre una puntada y todo el hilo comienza a colgar flojo y pisoteado, en el suelo.
Cuando terminan y se van hacia el vestuario, cosechando algunos pobres aplausos y sin que les pidan bis, escuchan a un milonguero que le comenta a otro: " Un poco... lento.  No le pegaron a una , no ?"
Y los dos saben,  ya vencidos, que es verdad.
EL MAESTRO : Durante mucho tiempo enseño tango al viejo estilo, centrándose en el abrazo y en la marca. Cobra lo que considera justo, Un poco caro, porque quiere que los que van a tomar clases sean los que de verdad desean aprender. Pero hasta ahora nunca ha ido a la milonga con ellos, porque no es de mostrarse y porque desprecia el estilo de los charlatanes y los que quieren figurar. 
Sin embargo, debe ser el quien introduzca a sus alumnos en la milonga, enseñarles a despegar del nido de sus clases, para que puedan volar en las tandas con plumaje propio. Pactan una noche y el maestro decide llevarlos a una milonga muy conocida que el solía frecuentar hace tiempo. Reserva una mesa para diez, en el mejor sitio. Quien toma el pedido vuelve a preguntarle el nombre y apellido, poniéndolo frenético.
  Se pone su mejor traje, un terno diplomatico gris, con camisa blanca fileteada y corbata azul intenso, a tono. Llegan en grupo a la milonga. En la puerta, cede el paso, galante, a sus alumnos. Van entrando. Y cuando le toca el turno, saluda, como un experimentado hombre de tango y entra. Confiado va hacia la mesa reservada  al borde de la pista, que lo llama con su misterio de parquet.
 Bajo las luces, los bailarines se afanan en pasos que el desprecia. En voz alta comenta a sus alumnos, mientras se sientan "nunca hagan eso muchachos, no me hagan quedar mal."
No recuerda porque dejó de venir a la milonga. Y ahora sabe que todo este tiempo, como una novia esperando al viajero cansado, ella ha estado ahí para el. Entonces el dueño  se le acerca, para saludarlo, junto al de la puerta.  Le dice "oiga, tiene que pagar!". El maestro se indigna, tirando la silla en su enojo. "Pero, vos no sabés quien soy yo?, Yo no pago en ninguna milonga. No sabes quien soy yo?.
 Los alumnos miran. Muchos milongueros también. Desde la pista llega algún rumor. El tango suena estridente por los gritos. Mientras el maestro sigue fuera de si, enfurecido e indignado, el dueño dice: "Si no pagas te vas", y haciendo una seña llama a otro de la organizacion.  Entre los tres se lo llevan a la puerta donde una pareja esta abonando los 6 euros con consumicion, que cuesta la milonga.
 Adentro, los alumnos, perdidos y fascinados al mismo tiempo emprenderán su propio viaje hacia el tango, descubriendo que la marca tecladito no sirve.
Incluso alguno volverá a ver a su  irascible maestro.
Para reclamar su dinero.
LA HISTORIA DE AMOR: La conoció en la universidad.  Como un héroe de antaño, se enamoro sin conocerla. Ella no.  El comenzó a hablarle y a medida que pasaban las clases mas enamorado estaba.  Pero nunca se lo dijo.
UN día ella le dijo que  bailaba tango. Y Tambien que se mudaria despues de la primavera, en tres meses.
Pero ella desapareció antes. Y el no volvió a verla.
Los primeros días sin ella pasaron como una nube de tristeza que se fue asentando en su alma, hasta que un día el vio, un rayo de sol y comprendio que tenia que bailar tango. Comenzó a tomar clases. A la desesperada, a lo loco. Fue de maestro en maestro y de milonga en milonga, creciendo a cada paso, madurando en cada tanda que bailaba, con la pureza del que no desmaya ni se rinde, el que esta seguro de su destino y es capaz de alcanzarlo y tocarlo con la punta de los dedos. Se hizo un bailarín soberbio: elegante, discreto. Con una cadencia particular que encandilaba a quien lo veía. Y mientras el tiempo pasaba, buscaba y buscaba yendo a bailar sin encontrarla.
Un viernes que estuvo a punto de quedarse en casa supo que abrían una milonga nueva y presintió que ella estaría ahí. Se vistió con su traje negro y una corbata carmesí, peinando sus canas hacia atrás.
Cuando entró a la milonga experimento un calor agradable.  Las luces eran adecuadas, la música un murmullo que invitaba al ensueño y en la pista reinaba la armonía.  Pidió una copa de vino. Y en una segunda mirada la vio cruzando en el horizonte de su mirada, mecida en el abrazo de un milonguero viejo.  Sintió un estremecimiento violentisimo y el corazón le latió repicando mientras la veía, mas hermosa aun en el presente que en la versión idealizada que guardaba su memoria. Termino la tanda. la vio irse a una mesa. Sonaron los acordes de La Típica Víctor interpretando "Una vez". El se planto delante de ella y con una sonrisa le hizo un ligero cabeceo. Ella accedió a bailar,  reconociendolo sorprendida.  Después, cuando desarmaron el abrazo el la llevó de la mano hasta el borde de la pista y mirándola a los ojos le dijo las palabras que había meditado durante tantos años.
Su cerebro articuló :"hace una larga ausencia que te busco". Su boca reseca y ansiosa dijo:  "badbsbsb uanan laragagagag ausnenennnsn yu bco".
Ella lo miro durante un instante y sin decirle nada se dio vuelta y se fue, con lágrimas en los ojos, murmurando "Pelotudo".
Y  el se quedo ahí, esperando.
Esperando.
Esperando.