Cincodays Bonus…por César del Campo de Acuña
La importancia de un hotel céntrico
En las pocas y contadas ocasiones en las que he viajado, no con un fin familiar, sino por motivos de negocios o turismo he encontrado esencial en mi planificación previa dar con un hotel céntrico, especialmente si voy a una gran ciudad. Ya sea en Barcelona (ciudad en la que les recomiendo el Hotel Gran vía, situado en la Gran Vía de Les Corts Catalanes) o Nueva York (donde me hospedé en uno a pocos metros de distancia de Times Square) o es esencial encontrar un lugar cómodo, agradable, profesional y sobre todo (al menos creo que es una condición indispensable para cualquier tipo de viajero) céntrico. Eso no quiere decir que el único valor de estos lugares de alojamiento sea su privilegiado emplazamiento ya que, por norma general, sus servicios para con sus clientes están al mismo nivel de excelencia que su ubicación
Recuerdo que en cierta ocasión, en uno de los contados viajes en los que no preste atención alguna al lugar donde me hospedaría, termine en una fonda regentada por dos adorables ancianitas británicas. Todo muy ingles; tapetes por todas partes, té a las 5 de la tarde, muebles victorianos y una hospitalidad remarcable pero…estaba a unos 10 kilómetros (o más, no recuerdo) de Picadilly Circus. No soy de los que se arruguen ante una buena caminata (es más, actualmente es una de mis actividades preferidas) y soy de los que defienden que cualquier buen turista se debe patear todo lo que pueda y más el lugar que visite ya que es el único modo de vivir una experiencia completa; Pero, cuando viajas a un lugar con una climatología tan peculiar como es la londinense y no estas en el centro, las probabilidades de asfixiarte en el metro o ver como la lluvia golpea las ventanas mientras te enseñan fotos de los bombardeos alemanes sobre la ciudad de Londres durante la II Guerra Mundial (por interesantes que sean dichas instantáneas) aumentan exponencialmente.
Me gusta decir de mi mismo que soy un viajero de zancada alegre, es decir de aquellos a los que no les importa andar, andar y andar (y no por racanear en medios de transportes públicos) pero claro, si una vez te has pegado un tute que dejaría a Paul Tergat agotado a base de ver museos, visitar lugares emblemáticos y pasear por tiendas y te enfrentas a la poca agradable posibilidad de que tu hotel este en la otra punta del mundo (por que es ahí donde esta, aunque se encuentre en la misma ciudad) te puede dar un soponcio solo de pensar en la marcha que te espera (o el clavo que te puede meter un taxista por ver que eres un panoli con mapa en la mano incluido). Por eso los alojamientos céntricos son tan importantes ya que parece que todo lo interesante esta construido entorno a ellos o a poca distancia.
Curiosamente, cualquier urbanita que conozcan presumirá de vivir en el centro, pero… ¿en cual? Las ciudades han crecido tanto que ya no tienen uno o dos lugares a los que podríamos llamar “el centro”, si no veinte. Fíjense que mi hermana cuando vivía en Madrid vivía junto a las Torres Kio y decía que vivía en el centro. Hoy en día “el centro”, el de verdad, el de toda la vida, el que salía en las películas de Paco Martínez Soria, esta reservado (en cualquier gran ciudad que se precie) a los mejores hoteles, a esos hoteles que a parte de servicios ofrecen una situación inmejorable al viajero. Personalmente, aunque implique invertir algo más (cosa que en el fondo no ocurre por que el que hoy paga de más en un hotel es por que no es capaz de planificar que día es el lunes) siempre recomiendo los hoteles céntricos. ¿Quieren tomarle el pulso a su destino? ¿Quieren visitar y ver los lugares más interesantes? Pues no lo duden apuesten por el centro (que electoral me ha quedado esto último).
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