Cincuenta sombras de grey (2015), de sam taylor-johnson. anastasia a través del espejo.

Publicado el 17 abril 2015 por Miguelmalaga

Resulta curioso que una novela como Cincuenta sombras de Grey, que trata un tema tan presuntamente escabroso como los deseos sexuales de dominación, se haya convertido en uno de los grandes best sellers de la década, y que además gran parte de sus lectoras (porque me parece que esta novela tiene muchas más lectoras que lectores), sean amas de casa que habitualmente prefieren la televisión a la literatura. Una prueba más de cómo una buena campaña de marketing puede llegar a normalizar en pocos meses lo que hasta ese momento era considerado un tema tabú que, por cierto, se había tratado de manera más profunda en una obra literaria mucho más estimable: Historia de O, de Pauline Reage, que fue objeto de una floja adaptacion cinematográfica a cargo de Just Jaeckin. 

Sin poder juzgar de manera directa la calidad literaria de la novela de E.L. James (aunque según me han contado algunas personas de confianza, se trata de una lectura bastante penosa), la versión filmada por la realizadora Sam Taylor Johnson parece un producto elaborado más por un comité de expertos en marketing que por alguien que considere que el cine es un arte que puede enmendar la peor de las narraciones. Lo cierto es que a lo que más se parece Cincuenta sombras de Grey es a uno de esos telefilmes románticos que suelen poner los domingos por la tarde (o en los viajes en AVE) que a una gran producción de Hollywood destinada a recaudar millones de dólares en todo el mundo.

Lo que más llama la atención de este producto es la poca valentía a la hora de abordar su escandaloso asunto principal: todo se reduce a la atracción sexual entre dos jóvenes que provienen de mundos muy diferentes. Christian Grey es una especie de macho alfa, inmensamente rico (aunque poco sepamos del origen de su fortuna), que a los veintiocho años ha conseguido encaramarse en lo más alto del mundo de las finanzas, lo cual en el mundo de hoy es equivalente a ser considerado un amo del universo. Pero Grey no se conforma con el universo y le gusta ser amo también de cuantas más mujeres, mejor y pronto Anastasia se va a convertir en el objeto de sus deseos. Por contra, Anastasia, atraída evidentemente por los encantos de Grey, quiere vivir una historia de amor mucho más tradicional, aunque está dispuesta a acceder a muchos de los deseos presuntamente oscuros de éste, deslumbrada por su exhibición de vehículos caros, helicópteros y hoteles de lujo.

Se ha dicho que Cincuenta sombras de Grey es una especie de apología del machismo y del maltrato. Nada más lejos de la realidad, es casi como decir que que Pretty woman es una apología de la prostitución. En todo momento el trato de Grey hacia su amante es exquisito y jamás le hace nada sin obtener su consentimiento previo. Puede que su posición en la relación sea la más ventajosa, por su experiencia previa y su poder económico y sepa cómo ejercitar algo de chantaje sentimental, pero de ahí a describir su actitud como delictiva, va un mundo. 

Con una trama tan insulsa y un erotismo tan descafeinado, pocas cosas se salvan en la realización de Taylor Jonhson: algún detalle como que Anastasia se despierte en la cama de Grey, después de una noche de borrachera, teniendo en su mesita de noche comida y bebida con los carteles "cómeme" y "bébeme", clara referencia a Alicia en el País de las Maravillas o más bien a su segunda parte, al mundo invertido que va a encontrar detrás del espejo, por el que siente alguna curiosidad, pero donde no quisiera quedarse a vivir.