Buen cine, rodado con gracia y que muestra una estética de falso documental. Llegó la crisis y nadie entendía que aquello era una locura. El mundo moderno diluye las responsabilidades y nada en realidad acaba siendo culpa de nadie. Cada uno hace lo que puede para vivir mejor, como los dos vendedores de Florida. Y el que venga detrás, que arree.. Porque ningún regulador puede controlarlo todo.
Eso sí, quienes fueron capaces de entender la superchería que se escondía detrás de brillantes tecnicismos se hicieron ricos.
Inmensamente ricos...