Cine de comedia: Rambo III y primeros auxilios

Por Cartas A 1985 @AntonCruces

Si es que hay películas que llevamos años sin saber apreciar. Confundimos el género y entonces la cosa no funciona. Entiendo que si te sientas a ver Rambo III como película de acción, bueno pues vale, te ríes, pero si la ves como una comedia…es entonces amigo cuando se destapa la caja de la risa floja.

El primer plano de Stallone no tiene precio: sí hombre, ese en el que la cámara se le acerca por la espalda con una música muy buena y de repente… la música para… y  Stallone se da la vuelta mientras luce  esa mirada marca de la casa de “No sé si liarme a hostias ya así en frío o leer a Cela”.

Del pelo ya ni hablamos: parece el hermano anabolizado de Camarón.

Y nada,  que Rambo (para sorpresa de todos) opta por la primera opción (la de las hostias) y ya en la primera escena se pelea con un chino que da más miedo que el de Roxette recién levantado. Hay que reconocer que el oriental tiene valor y es que en esta película Stallone está más cuadrado que un cubo de Rubik, parece que está formado por piezas de Lego.

Como es el bueno le mete una paliza al tipo que lo deja para el arrastre y al final su mirada sugiere (siempre con sutileza) que se lo va a cargar:  se le hinchan las venas del hipotálamo, abre tanto los ojos que parece un buho hasta arriba de farlopa y respira muy rápido…una escena con mucha tensión; los tailandeses le arengan y le dicen en tailandés normativo: ¡Cárgatelo ya nenaza!

Pero Rambo (III) no cae en la trampa, se recompone y deja vivir al colega. Pelea, pero a disgusto, después siempre se arrepiente. Es un alcohólico de la violencia.

A todo esto, hostia va hostia viene, entre el público y muy atento pulula el coronel Truman/ Richard Creena. Truman es un pez gordo del ejército y el amigo del alma de John. Son inseparables como Los Morancos pero con galones. El coronel ha seguido el rastro de su amigo John Rambo hasta ese cuchitril, y el tío se chupa a gusto el combate. Solo le faltan las palomitas y las gafas 3D.  Eso sí, Truman es tonto del culo porque acaba el combate y para llamar la atención de Rambo utiliza una avanzada técnica militar norteamericana: llamarle por su nombre entre dos mil fulanos.

─¡Eh tú! ¡Eh Rambo tío! ¡Hazme caso hombre!

Pero su amigo no le escucha entre tanto jaleo (aunque para mi que sí, pero se hace el sueco). Además resulta que Rambo en Tailandia es como el Elvis en Las Vegas porqué en cuanto termina el combate le tapan con una manta como al “Rey”, lo meten en una canoa (que son las limusinas de allí)  y venga río arriba a currar en el templo.

Al llegar a este punto tenía la mandíbula desencajada y eso que no van ni diez minutos de metraje. Hay grandes momentos que vale la pena recordar. Al final Truman lo encuentra en el templo ese en el que trabaja y le vuelve a llamar:

─¡Eh tú!

Rambo le mira y le dice:

─¿Quién? ¿John?─ pregunta mientras se toca el pecho con el dedo.

Se abrazan y lo pasan pipa recordando viejos tiempos. Truman le ofrece una misión de alto standing, que solo Rambo podría cumplir con garantías, pero como este le dice que no que esa ya no es se guerra pues el viejales se envalentona y dice que aquí manda mi polla (versión militar de para chulo mi pirulo) y que dejadme a mi que ya lo hago yo.

Y claro…nada más poner el pie en la aduana de Afganistán lo trinca la Guardia Civil.

Así que Rambo (III) se cabrea y prepara el rescate.

Se infiltra con los talibanes, juega al deporte ese del caballo con la oveja, se hace colega de unos insurgentes y rescata al coronel al que si cada vez que sale en pantalla le cambias la música por la de “Agarralo como puedas” parece Leslie Nielsen, siempre con esa expresión de “Me he tirado un pedo, pero a ver si nadie lo huele”.

Rambo III nos enseñó muchas cosas. Bueno, muchas no, pero una fijo. Nos acercó al mundo de los primeros auxilios. Vamos allá:

1) Si alguna vez tienes la mala suerte de que te clavan una flecha en un riñón y estás solo en una cueva en Kabul o alrededores, sobre todo no te pongas nervioso, no pasa nada hombre. Mantén la calma, respira por la nariz y echa el aire por la boca.

2) Ante la duda…cauteriza.

¡Claro! Te cauterizas la herida y tiras “palante”, no me seáis blandos. ¿Sin anestesia? Sí, sin anestesia…. que todo lo queréis. A ver si is creéis que estamos en la Ruber. Esto es Afganistán aquí solo hay piedra y muerte.

3) Postoperatorio

Una vez cauterizada la herida lo mejor para recuperarse (siempre según la película) es liarse a hostias hasta con el cocinero, saltar mucho, pelear a pecho descubierto, cargar con artillería pesada, ir de romería…

4) Efectos secundarios

Lo bueno de este tratamiento es que apenas tiene efectos secundarios. Nada de nada, sientes como un puntito leve en la quemadura de segundo grado que te has infligido, pero con llevarte la mano y torcer el labio como un fantasmiko ya sana.

Lo dicho chicos, una gran comedia a la altura de “Love Actually” pero en vez de besos hay leña.

De pequeño recuerdo que le pedí al maromo del videoclub si me podía regalar el póster troquelado de la película. Lució en mi habitación durante algunos años, cuando me despertaba por la noche y veía a John con esa expresión mirando al infinito me sentía seguro. Estoy casi seguro que de vez en cuando sus ojos dejaban de escrutar el vacío, me miraba y me decía: duerme macho. Y yo le hacía caso. Como para no.

“Dios tendría piedad, Rambo no”…y pariendo de esta base amigos…todo es posible.

Por la descripción o hablaba de Rambo o de Pepe el del Madrid.

¡Salud hermanos!