Jordan Belfort (Leonardo Dicaprio) era un joven que buscaba lo que casi todo el mundo, un hueco en el sueño americano de los 80. Gracias a su primer trabajo, descubre (o mas bien le enseñan) que para ser broker en Wall Street lo principal no es hacer ganar a sus clientes, sino todo lo contrario: enriquecerse a toda costa pensando solo en sus comisiones. Todo esto lo lleva a crear una empresa junto a su amigo Donnie Azoff, Stratton Oakmont, donde comienza una carrera desenfrenada para ganar dinero y de camino, vivir la vida por todo lo grande.
PE-LI-CU-LA-ZO. Lo puedo decir mas alto, pero no mas claro. Me cuesta creer que DiCaprio no ganara el Oscar con esta película. Lo que si ganó fue el Globo de Oro al mejor actor. He de decir que hace un par de años la estuve a punto de ver, pero no se porqué razón, al final no lo hice. Hasta que hace unos días, escuchando un capítulo de la «Rosa de los Vientos», pusieron una entrevista a un escritor americano que había escrito un libro en el que contaba todos los excesos que se viven en las altas esferas de Wall Street, y me picó la curiosidad, así que me lancé a verla.
Tres horas de película, basada en hechos reales, con un ritmo frenético que no te da lugar a mirar el reloj para ver cuanto queda de peli. Si quieres saber que ocurre cuando se ganan millones de dólares y a la vez, te gusta la fiesta tanto o mas que el dinero, aquí tienes la respuesta.
Es curiosa la mezcla entre tipo carismático con las ideas claras y puto loco adicto a todo lo imaginable que se supone era el tal Jordan Belfort. Y si encima se rodea de fieles y leales seguidores, pues apaga y vámonos.
Hay muchas escenas dignas de mencionar, pero hay una concrétamente, en la que su socio Donnie y el toman unas pastillas que al parecer son la madre de las drogas, y al rato de tomarlas descubren que no hacen efecto, probablemente porque llevaban años caducadas. Así que deciden tomar unas cuantas más cada uno. Lo que no podían imaginar era que el efecto tardaba en llegar, y cuando eso sucedió, les dio una especie de parálisis que apenas les dejaba moverse. Y en esa situación, se deben enfrentar a un par de imprevistos. A mi parecer, es una de las mejores escenas de la peli, aunque no la única.
Imagen del auténtico Jordan Belfort
Claro que al final, estas historias lógicamente no terminan bien... Cabe mencionar el papel de Matthew McConaughey como Mark Hanna, el primer mentor de Jordan, que le aconseja el uso de cocaina para aclarar las ideas, y la necesidad de masturbarse como mínimo dos veces al día para que la sangre fluya y obtener buenos resultados. Y aquí tenemos de nuevo a Harley Quinn, Margot Robbie interpretando el papel de esposa de Jordan.Lo suyo es que os atrincheréis en casa un sábado o domingo por la tarde, con un par de buenas cervezas y un gran cubo de palomitas, la veáis, y determinéis si era una peli de Oscar o no.