Poco antes de que nos viésemos con nuestro culo encerrado en casa, sin saber que sería la última vez en mucho tiempo que iríamos al cine -cómo lo echo de menos, de verdad-, tuve la oportunidad de disfrutar en pantalla grande de Onward, la nueva aventura animada de Disney-Pixar. Y lo cierto es fue una película que, ya incluso antes de la cuarentena, no estaba dando grandes resultados ni en taquilla ni en recepción. Le llovieron muchas críticas acusándola de ser un "Pixar menor", mucho menos brillante que las anteriores.
Es un hecho, desde luego, que Pixar ha dejado el listón muy alto. Nos ha acostumbrado a películas que ya son clásicos por derecho propio, como la preciosidad de Up y, sobre todo, Inside Out, que fue absolutamente original y rompedora a la hora de plasmar emociones. De Pixar siempre se espera muchísimo; y eso es bueno -hay que ser exigentes-, pero no deberíamos ser injustos con una película que, aunque parte de una premisa menos "original", tiene grandes méritos.
Onward es una "road movie" que, salvando las distancias, parece la versión animada y mágica de Diecisiete, el estupendo trabajo español de Arévalo para Netflix que tan buenas críticas cosechó en 2019. En ambos casos, el motor de la trama es la relación dañada entre dos hermanos, y cómo el afrontar juntos la pérdida de un ser querido les llevará a convertirse, de nuevo, en una familia. Es una historia emocionante y divertida, aunque puedo entender que no fuera un éxito en taquilla, pues todas su piezas no acaban de encajar a la perfección.
Un mundo en decadencia, reflejo del nuestro
La premisa de Onward, en efecto, es menos original y brillante que de costumbre, pero el gran problema es que no explora todo lo bien que debería el potencial de su universo. Vemos hadas macarras -fueron un puntazo enorme- y alguna cosita aquí y allá, como un inquietante unicornio borracho, pero siento que todo ese mundo no quedó bien explotado ni representado. Pasan demasiado por encima de todo, con unos secundarios flojos, y no acaba de maravillarnos lo que vemos. El corazón de la historia, que son los hermanos, funciona muy bien, pero lo demás ciertamente no.
Y, sin embargo, hay una lección magnífica en Onward. Bien es cierto que ese universo, en mi opinión, no termina de funcionar del todo bien, pero la advertencia que nos lanza Pixar es afilada como un cuchillo, y más necesaria que nunca. Es una crítica brutal al mundo burocratizado y desapasionado en que vivimos: a esos trabajos de mierda que tenemos solo para sobrevivir, a las aventuras y emociones que dejamos de lado al "volvernos adultos", a la falta de respeto a nuestro patrimonio histórico... podría haberse hecho, sin duda, mucho mejor -creo que a la película le falta más mala leche, más garra-, pero el mensaje es potentísimo y está ahí. Es una de las críticas más contundentes que Pixar ha hecho directamente a nosotros, a nuestro mundo decadente.
¿Que si me gustó Onward? Por supuesto. ¿Que si lloré con su final, absolutamente imprevisto y emocionante? Evidentemente. No es, desde luego, una de las mejores películas de Pixar, pero es que ese listón que decía está muy alto. No habría, no obstante, que desmerecer Onward por las comparativas, porque por sí misma es una película muy bien pensada y conmovedora que os animo a ver, si aún no habéis podido, en cuanto tengáis la oportunidad. Será tiempo bien invertido.
¿Veremos algún día protagonistas LGTB?
No podía quedarme sin comentar lo más sorprendente, aunque sutil, de la película: Onward tiene el "mérito" de incluir al primer personaje abiertamente homosexual en la historia de Disney-Pixar. Se trata de una agente de policía lesbiana. Y lo cierto es que el asunto no es para tirar cohetes, porque toda la "visibilidad" se trata de una mención a su novia, ausente en la escena en cuestión. Tampoco podemos dejar de considerar que ella es -sin ofender- un monstruo, y esas palabras habrían tenido un impacto mayor si las dijera un semejante a nosotros, una humana. Quizá por eso consideraron que sería más sencillo dar el primer paso con ella.
Es una cuestión que me genera emociones encontradas. La representación es bastante nimia, y no seré yo quien la aplauda con demasiadas ganas, pero me gusta entenderla como una voluntad de buena fe, como una dirección en el buen camino. Está claro que en Disney-Pixar escucharon todas las voces que pedían una princesa Disney LGTB, y esta puede ser una respuesta. ¿Quizá así nos están diciendo que algún día llegará? Prefiero pensar en positivo, aunque no sé si vosotros también lo veréis así...
Isidro López (@Drolope)