RESEÑAUn día caluroso cualquiera. Yo estoy viendo la tele a ver qué echan que pueda ser digno de un visionado extenso. Mirando la guía del plus, aparece esta película. Leyendo la sinopsis, la cual me resulta muy atrayente, sólo hay una cosa que se puede hacer: verla.
Good bye, Lenin! está estrechamente relacionada con el género de la Guerra Fría y las consecuencias de la guerra, pero es el argumento que plantea lo que le da un toque de originalidad: no está ambientada en medio de la Guerra Fría ni justo después de la guerra. Simplemente narra el fin de la República Democrática Alemana y cómo la viven sus protagonistas, todo ello narrado en un lenguaje cercano, aunque no exento de entender su contexto histórico, para una mejor comprensión del visionado.
Aquí tenemos a Alex Kerner, un joven que ha vivido aquella época, con su madre y su hermana, cuyo padre se fue al oeste, abandonándolos. Y son testigos de la caída del muro de Berlín y de la Reunificación. Aunque se presenta una pequeña particularidad: la madre de Alex es una mujer entregada a la causa socialista, una ciudadana ejemplar y justo semanas antes de los sucesos cae en un coma y despierta 8 meses después, justo cuando el proceso de Reunificación está en pleno esplendor. Como su salud está muy resentida, se le recomienda no alterarla, por lo tanto, Alex, que cree que los sucesos acaecidos pueden ocasionarle un disgusto monumental y, por tanto, que su salud se resienta todavía más, se le ocurre la idea de fingir que todo sigue igual, como si la RDA no se hubiera evaporado. Para ello convertirá su casa (recientemente "capitalizada") en una especie de isla comunista, donde, por ejemplo, aún existen los "Pepinillos de Spreewald" o el "Mocca Fix Gold", llegando a cambiar los envases "modernos" por unos antiguos, para evitar las diferencias.
Sus personajes nos invitan a simpatizar con ellos y a hacernos una idea de cómo es la vida que viven tras los cambios: Alex es un joven abierto al progreso, pero que quiere y venera a su madre al punto de crear esa realidad alternativa sólo para no hacerle daño. No así el resto de su familia: su hermana (Ariane) y el novio de ésta (Rainer), que siguen adelante en el proceso reunificador y darán una vuelta de tuerca a su estilo de vida. Alex contará con la ayuda de su compañero de trabajo, Denis, un joven de la parte oeste, que aspira a ser director de cine, elaborando falsos programas del este y adaptando ciertas noticias para explicar a su madre lo que ocurre y, de paso, estimular la ambición de su amigo por el cine. Christiane, la madre es el eje de la película, lo que gira a su alrededor. Una mujer que ha sufrido y aún le queda sufrimiento, pero el cual está siendo suavizado por Alex. También hay sitio para el amor, escenificado por Lara, una enfermera soviética que ayudará a Alex en los momentos más difíciles.
Podría decir que Good bye, Lenin! es una joya escondida que se encuentra de manera fortuita. No es la cumbre del 7º arte, pero su planteamiento, con actuaciones que se ajustan a lo que se pide y sin añadir elementos dramáticos y edulcorantes, hacen que, al 3º visionado, hayan conquistado mi corazoncito y se haya convertido en una de mis películas favoritas. Es una película que puede parecer al principio un poco costumbrista y pesada, pero poco a poco va haciendo su encanto y conseguir que no dejemos de verla. Y, si es necesario, verla de nuevo para apreciar los matices que van surgiendo paulatinamente.
Good bye, Lenin! no es sólo la típica película sobre la reunificación alemana o el contexto histórico de turno que trate, es una alegoría del progreso y la esperanza y, sobre todo, una oda al amor materno y esa devolución que el hijo le hace a una madre de ese amor que ella ha ido dando desde el nacimiento.
Eso sí, la recomiendo verla en versión original (y con subtítulos si no sabéis alemán), el resultado es mejor y más positivo que viéndola doblada (aunque mi relación con el doblaje español es más bien pésimo, pese a que se diga que es uno de los mejores doblajes que se hacen).