Esa mirada de extrañamiento que tiene Gilberto (Orlando Urdaneta), es la que a estas alturas hemos perdido casi todos en las grandes ciudades, en Caracas, por ejemplo, que ya en 1976 eran una “calle luna, calle sol” como en la canción de Héctor Lavoe.
Recién llegado de Moruy estado Falcón, Gilberto se da cuenta que vivir en la ciudad es diferente a su existencia en su pueblo natal, pues si no sabes leer ni escribir, no conoces a nadie y no tienes dinero, conseguir trabajo es por decir lo menos: difícil.
“Hay veces que el querer trabajar no basta”, le dice su amigo Freddy (Tito Aponte) a Gilberto, quien se gana la vida robando, prostituyéndose y rebuscándose: “Mira carajito la plata es una cosa muy buena, aunque te cueste el culo” le advierte, lo que veremos a continuación es el “convencimiento” que le prodiga la ciudad a Gilberto de esa aseveración.
El film dirigido por Giancarlo Carrer muestra a modo de comedia (es muy divertida), las vicisitudes de Gilberto, y un buen panorama de la Ciudad de Caracas (una visión de la ciudad de Caracas) en los setenta, muy convincente, ¿Por qué? Porque muestra con humor lo que es una cosa muy seria: la lucha por la sobrevivencia para las personas de clases menos afortunadas. No es un panfleto, no es un fastidio lacrimógeno que pretende “aleccionarnos”, es una película con un guión divertido por inteligente donde el elemento sorpresa siempre esta presente.
Un mundo bastante sórdido en un film que lleva a nuestro protagonista a realizar un periplo que lo transformará para darle al espectador un final redondo.
Da la impresión de ser una película tesis: Canción Mansa Para un Pueblo Bravo, es una cinta bien filmada, sin balas ni groserías, con actuaciones donde destaca un pasmado y tímido Orlando Urdaneta, jovencísimo en su rol de Gilberto.
Calificación: 10/10