Un adolescente se encuentra en esa etapa liosa de la edad en la que no consigue ubicarse en ningún sitio. Su padre, como 'terapia' decide permitirle hacer lo que quiera, es decir, puede no ir al colegio, puede levantarse cuando guste, puede entrar y salir, y todo ello sin necesitar ganarse la vida. Ahora bien, dos condiciones se le pone: nada de drogas, y ver tres películas a la semana que elegirá el padre y que tendrá que ver con él.Esa va a ser la única formación del adolescente, el cine explicado por un experto y ¡claro! el lector rápidamente se apunta, a ver si se pega algo. Tres años dura esta formación, de los 16 a 19 años del adolescente, que coincide con los años 2002 a 2005. Para nosotros dura 247 páginas.
En esa formación, al tiempo que van viendo diferentes películas, también van manteniendo conversaciones de la vida en general, con un protagonismo principal en las relaciones de pareja. No dudo que esta experiencia ha debido de ser muy enriquecedora para padre e hijo, pero a mí, como lector, me ha parecido muy floja. No he conseguido contactar con el pensamiento del padre, por un lado, aunque me seguía interesando mucho lo que pudiera contar del cine. Si bien hay referencias interesantes, para mi gusto se queda demasiado corto en ellas. Me han parecido insuficientes, a veces más bien parecía un catálogo de películas de cine, que un libro que hablara del cine y sus entresijos, que seguro no dudo que sabe. De hecho, al final hay una especie de “examen”, en la que el padre le va preguntando al hijo, y éste va contestando por supuesto que bien, pero el lector de seguro que estará más que suspendido. En muchas de estas preguntas, la referencia de la película o director se hace en esa misma pregunta por primera vez.Como ejemplo, me quedo con la duda de por qué “Centauros del desierto” ha tenido unos “elogios desconcertantes” y “ha generado ridículos análisis” o por qué “Cantando bajo la lluvia” es una película con una “maligna falsedad”, porque lo suelta, pero no dice nada más ...
Como despedida, dos anécdotas, una graciosa por lo narcisista, y la otra admirable por el genio:Cuenta que el novelista francés, André Gide, escribió en su diario cuando tenía 20 años, que le enfadaba andar por las calles de París, y que la gente cuando lo veían, no reconocieran en él el genio de las obras maestras que algún día crearía.Cuenta también, que ante la interpretación magistral de Marlon Brando en “Un tranvía llamdo deseo” , hubo actores que decidieron abandonar la profesión, tal y como le pasó a Virginia Wolf, cuando por primera vez leyó a Proust, aunque en este caso, menos mal que no se dejó vencer.
Notas personales:NOTA 1: ver la película “Volcano”, dice de ella que es el mejor documental que ha visto en su vida.NOTA 2: Una recomendación de película que nunca le ha fallado y que es bastante desconocida es “El gato conoce al asesino” la veremos, a ver qué pasa.NOTA 3: Hay dos Lolitas, la de Stanley Kubrick y otra de Adrian Lyne. Esta última, dice el escritor, es una obra maestra. Habrá que ver por qué.
NOTA 4: Ver "Centauraos del desierto"