"1976" ("IDEM", CHILE - ARGENTINA - CATAR, 2022) DE MANUELA MARTELLICarmen (Alice Küppenheim, magnifica) es una burguesa ama de casa que no tiene otra cosa que hacer que remodelar y decorar su costosa casa de playa donde su familia pasa las vacaciones invernales, por ello se encuentra escogiendo el color nuevo mientras el empleado prueba una y otra vez hasta dar con el color perfecto, uno que no esta en catalogo pero que la mujer quiere tercamente porque lo vio en una fotografía de un amanecer (¿o atardecer?), de esa sencilla manera conocemos y comprendemos la vida de esta mujer "fifi" cuyas preocupaciones son tan frívolas como uno esperaría de los ricachones, y al mismo tiempo su terquedad cual niña pero que al mismo tiempo le da una búsqueda de la perfección, en eso esta cuando se escucha que una mujer grita desesperada en la calle que se la están llevando, pide auxilio sin que nadie responda, y finalmente exclama su nombre, para que sean testigos forzados de lo que le ocurrió, por supuesto a nadie le interesa, por el contrario todos se hacen los locos, el negocio baja la cortina, y cuando Carmen pregunta que paso, el tipo que la atiende elude el tema olímpicamente. Pero aunque para Carmen no fue algo insignificante, para todos los demás es algo normal, cotidiano, uno supone que todos los días viven esto en todo el país, el Chile de Pinochet, lleno de desaparecidos y con un régimen militar que fue apoyado por todo el sector privilegiado del país, por ello Carmen queda tan estupefacta que no puede evitar que la pintura de la muestra manche sus finísimos zapatos, unos que no tienen nada que ver con el par que llevaba la sustraída, algo que notamos cuando Carmen tiene que retirarlos de abajo de su carro, ahí asomados, cual testigo mudo de la desgracia que acaba de ocurrir, un suceso con el que los mexicanos nos podemos sentir cercanos en la actualidad aunque por razones muy diferentes, Carmen se marcha a su casa de invierno donde unos albañiles se encuentran trabajando sin entablar ni siquiera una palabra con los ricachones, esto se nota cuando Carmen les ofrece algo y la misma criada la regaña - "no ocupa darles más, yo les voy a preparar de comer". Este tipo de momentos están dispersos por el filme, para mostrar que las personas de las altas clases sociales no ven como iguales a los de abajo, esos que no estudiaron, no tienen buen trabajo, no tienen contactos y peor aun ¡pueden ser comunistas! en medio de esa situación y con Carmen acabando de recibir una bofetada llega el sacerdote Sanchez (Hugo Medina) a pedirle un favor, pero con la mayor discreción posible, así que la lleva a su casa donde tiene oculto a un ladrón que ha recibido un disparo, no quiere entregarlo a las autoridades porque es recurrente y lo encerrarían mucho tiempo, así que le pide a Carmen que lo ayude a curarlo y cuidarlo, la mujer hace todo lo posible y hasta lo imposible, le pide medicamento a su marido (Alejandro Goic) mintiendo, y consigue todo lo necesario en un hospital no sin antes levantar sospechas de la enfermera del lugar, al poco tiempo la relación entre Carmen y Elías (Nicolás Sepúlveda) se hace más cercana, hasta el tiempo de que parece una relación maternal. Pero Carmen siempre supo que algo no estaba bien, y cuando el padre comienza a desesperarse descubre que en realidad el joven y desvalido Elías es un rebelde, por lo que tiene que irse del lugar antes de que lo descubran, Carmen se ofrece para ello, siendo el enlace con sus compañeros pero es entonces cuando las cosas se salen de control ya que la mujer no sabe que creer ni en que confiar. Martelli se muestra como una directora capaz, la producción de época es impecable y la fotografía nos remonta a esos años por lo que en todo momento nos sentimos en el pasado, y el dilema moral de la protagonista esta muy bien escrito y mejor ejecutado, explotado por una protagonista que es capaz de con pequeños gestos, matices y movimientos mostrar su despertar convertido luego en desesperación, y con una historia que mas allá del drama y la denuncia con todo y símbolos, encuentra su mejor faceta en los momentos de suspenso. Los espectadores nos encontramos en la misma posición de Carmen, no sabemos que creer ni en quien confiar, quizá el padre no soporte la presión como sucedió en el pasado, o su marido y familia la descubran debido a sus salidas a deshoras, que la alcance el toque de queda sin tener explicación, o que las autoridades la sigan y descubran lo que hace ¿que le sucedería? ¿que pasaría con sus seres queridos? y Martellli logra algunos momentos formidables, hitchcockiano, la telefonista que cada vez la mira con más suspicacia, la llamada que quizá fue intervenida, el automóvil que parece seguirla y le hace cambio de luces, el reten donde revisan todo, el encuentro con claves que culmina con un susto, uno que según Elías fue una prueba pero que queda mucho más ambiguo, el momento de la playa, y por supuesto, esa visita vecinal que parece sacada de una pesadilla de Orwell, con todo y frase cordial amenazante, al final Carmen nunca podría derrotar el sistema, y aunque toda su familia pueden vivir en la opulencia y tranquilidad total, para Carmen no es así, ahora vive un infierno propio del que no podrá escapar jamas. Calificación: Notable