En otros tiempos era una actitud critica ante las convenciones sociales, hoy su significado se ha transformado y se muestra inequívoco. Desvergüenza en el mentir, lo define el diccionario, y a ello se entrega la cúpula dirigente de un partido que gobierna y aspira a seguir gobernando. Las actividades delictivas que se publican a diario y las declaraciones de los últimos días, sólo son ejemplos de una ristra enorme y grosera de corruptelas y sobredosis de cinismo. De Cospedal a Floriano hay todo un ramillete selecto; pero, la secretaria general siempre pone mantilla, hipocresía y memez: “El PP ha hecho todo lo que podía hacer”, dijo ufana en referencia a la corrupción.
Jugando con las palabras no se cambia la realidad. Acosados por los casos de corrupción, repiten que el PP colabora con la justicia, pero se ha necesitado el auto de un juez para desmontar esta engañifa. Alardean de colaborar con la justicia mientras destruyen pruebas, son investigados por remodelar su sede con dinero negro y todos los que han sido sus tesoreros tienen o han tenido problemas judiciales. ¿Cómo que no pueden hacer más contra la corrupción? Hay un vasto camino sin retorno para emprender de inmediato.
Después de decir y repetir que son un partido decente, de vocear que eran incompatibles con la corrupción; después de tantas imputaciones y sentencias, nos sale ahora con la catástrofe. Cospedal alerta del peligro que supone para la democracia el que los ciudadanos voten a una determinada opción política. ¡Uy, qué miedo! Y lo dice la misma persona que un día, desde un chiringuito marbellí y con un cinismo impúdico, denunció una causa general contra el PP orquestada por jueces, fiscales, policía y Gobierno. De aquellos tragos, estas arcadas. Pues bien, esta misma señora alerta ahora sobre los riegos que, para la democracia, supone determinado voto. Conocidos los antecedentes ¿dónde está el peligro?
La corrupción no es un mal crónico. Existe un antídoto llamado ciudadanía. Es cierto que la democracia no trajo la corrupción, que ésta es una querencia que siempre acompañó al hombre y que con especial presencia se instaló en la España predemocrática. Pero, dejando atrás el régimen golpista, hubo quien se metió en política para medrar. Los partidos políticos tenían distintas opciones, pero decidieron mirar para otro lado, cerrar filas y elegir a sus cuadros en función de la capacidad de sometimiento a la disciplina partidaria. “No pienses, el partido lo hace por ti”. La disciplina de partido era un valor y condición indispensable. La ciudadanía, depositaba su voto y se despreocupaba. No exigía responsabilidad y los actos, incluso los de naturaleza corrupta, tenían poca consideración más allá de la pirotecnia cansina del “y tú más” para sazonar debates.
Se dice que lo malo no es la corrupción sino la impunidad; que lo peor no son los corruptos sino los corruptores, quienes lo justifican y jalean. Lo mismo cabe decir de los mediocres y los apologetas de la mediocridad. Cuando se ha llegado a esta orgía de corrupción y cinismo no queda otro remedio que mover el suelo. Los gobernantes se han acostumbrado a vivir tranquilos, protegidos por cierto tipo de periodismo y con la indiferencia indolente de la ciudadanía. Pero los gobiernos corruptos, para dejar de serlo o desaparecer, precisan tener sobre sus cabezas una espada de Damocles dispuesta a caer. Es normal que sientan miedo cuando muchos ciudadanos parecen decididos a levantar su voto para dejarlo caer en las urnas. Esta simple hipótesis, para ciertos demócratas de mantilla y peineta, supone un acto de rebeldía que les aterra.
Es lunes, escucho a Lakunza Brothers:
No perdono, La corrupción no es el problema, Nueva asamblea contra la especulación…, Corrupción A, corrupción B y C, Es la ética, imbécil, Rajoy y las buenas prácticas del PP, Cadena de responsabilidad corrupta infinita, Sociedad de temblores y seísmos, Perro, ¿Corrupción o dominación?, Cuestión de respeto, Socialistas, primero la corrupción, Un buen presidente, De siglas ideologías y partidos, ¿Cantaremos por fin la libertad?, De los sesgos y extremismos al poder equilibrado, El cambio de escenario político es un hecho,