La primera vez que vi esa imagen fue en un rompecabezas. Mi papá nos inculcó la hermosa costumbre de armar rompecabezas y era una actividad que él disfrutaba mucho, sobre todo junto a mi hermano menor. Podían pasarse horas sumergidos en su mundo tratando de que esas piezas cobraran forma. Uno de los tantos rompecabezas que armaron cien veces tenía una fotografía hermosa. Casas de colores, que parecían estar incrustadas en la pared de la montaña, eran testigo de un mar azul y un cielo celeste. Mi hermano les cuenta su historia en este post (y tiene una fotografía del lugar más linda porque la juventud hizo que se metiera en las rocas para tomarla).
La segunda vez que vi esa imagen fue en un power point. Esos que llegan en las cadenas de mails que nunca abro. Pero que ese día abrí y quedé impactada. Sabía que las fotos estaban retocadas y que los colores no eran los reales, pero igualmente me deslumbró.
La tercera vez que vi esa imagen fue en vivo y en directo. En Romaggiore, uno de los cinco pueblos que forman Cinque Terre, uno de los lugares más lindos que visitamos. Fue con Dino y Tahiel. Cumplí otro sueño.
Esta es la imagen de la que les hablé. La imagen del rompecabezas y del power point.
Cinque terre está formado, como su nombre lo indica, por cinco tierras o pueblos. Juntos forman el parque nacional Cinque Terre en la región de la Liguria italiana. De este a oeste, los pueblos son Riomaggiore, Manarola, Conigglio, Vernazza y Monterroso.
Si bien son parecidos entre sí, cada uno tiene sus particularidades. Nosotros visitamos los cinco en dos días y nos quedaron las impresiones, ideas y consejos que les compartimos. El primer día visitamos Riomaggiore y Manarola, que para nosotros fueron los dos más lindos. El tercer día recorrimos Monterroso, Vernazza y Corniglia, en ese orden.
Los pueblos están unidos por las vías del tren y por un sendero que bordea la costa. En estos momentos, debido a algunos deslizamientos de rocas y a los aluviones sufridos, el llamado Sendero o Vía del Amor está cerrado. Es el sendero más tranquilo (en cuanto a dificultad) y une Riomaggiore, Manarola y Cornigglia. Esperamos que la próxima vez que visitemos este lugar, con Tahiel más grande, esté abierto y podamos hacerlo. Hay otro sendero, que une los otros pueblos, que está abierto, pero al ser por caminos un poco más complicados no pudimos hacerlo.
Riomaggiore
Luego de 9 minutos de tren desde la Spetzia (una de las localidades más cercana al parque nacional), las ventanillas del tren dejan ver la inmensidad del mar azul y en el vagón se escuchan exclamaciones de asombro. No importa que sean japoneses, italianos, franceses o argentinos. Todos exclaman en el mismo idioma. La sorpresa ante la belleza natural del lugar los impacta a todos. Y eso que solo se ve el mar azul y las montañas.
Dos minutos más tarde el tren se detiene y la masa de gente desciende. Estamos en verano, la temperatura es alta y el lugar está lleno de personas. A pesar de eso, apenas bajamos del tren cada uno se dirige hacia algún rincón y no se hace tan pesada la multitud. La mayoría optamos por seguir el túnel que nos deja en la marina porque ahí está el agua y es la imagen que todos queremos ver. Cuando llegamos, Dino se arrepiente de no haber llevado traje de baño. El agua está hermosa y es ideal para darse un chapuzón. Con Tahiel no podíamos caminar muchos por las empinadas callejuelas, pero si pueden, no dejen de hacerlo.
Esto es lo primero que se ve por la ventanilla que provoca el suspiro de muchos (o de todos).
Este es el túnel que nos lleva a la marina.
Detalle de algunas casas.
Las personas suelen buscar refugio bajo la sombra durante la hora del almuerzo.
Esos locales que me gustan.
¿Qué pensará la vecina al ver tanta gente diferente todos los días?
Manarola
Después de pasear y descansar un rato por Riomaggiore consultamos los horarios del tren y nos fuimos a la estación. Esperamos al tren y en tres minutos estábamos en el segundo pueblo, que también nos enamoró. Manarola es hermoso. Sus calles, sus piletas naturales para darse un buen chapuzón y sus vistas. Lo más lindo es caminar por la parte que pertenecía al Sendero del Amor (que se puede pasar) y ver el pueblo desde esa perspectiva. Un sueño.
Túnel por el que hay que caminar para llegar a la costa.
Calle principal.
Partecita de la “Vía del Amor”.
Dino llevó a Tahiel para mojarse los pies.
Monterroso
Monterroso, el último de este a oeste, fue el pueblo que menos nos gustó. No porque no sea lindo, al contrario, sino porque no lo sentimos tan “pueblo” como los demás, sino que nos pareció una “ciudad balnearia”. Apenas bajás de la estación del tren el color del agua te encandila, pero las playas están llenas de sombrillas, vestuarios y algunos bares. Claro que no deja de ser lindo, el tema es que pierde, para nosotros, el encanto de los pueblos. Es, de los cinco, el que muchas familias y amigos elijen para pasar algunos días de sus vacaciones. Aquí hay más alojamientos y muchos alquilan departamentos. Si nos alejamos de las playas más concurridas encontramos la zona histórica, con sus calles empinadas, restaurantes y una plaza para chicos que Tahiel aprovechó mucho a pesar del calor. Fue el primero de los pueblos que visitamos el segundo día por la zona.
En la pared de la iglesia principal están estos carteles que indican la altura máxima a la que llegaron cada uno de los aluviones que afectaron al pueblo. La de 2011 era de más de dos metros y medio.
Vernazza
Desde Monterroso nos tomamos el tren hasta Vernazza y en cinco minutos estábamos en nuestro cuarto pueblo. Este pueblo también nos gustó mucho, pero es el que sentimos que más deteriorado estaba. Cuando vimos la enorme fotografía que da la bienvenida, con las imágenes de lo que fue el gran aluvión de 2011, entendimos la causa. Al parecer, fue en el que menos se invirtió para remodelarlo. Las mejores vistas de Vernazza se obtienen subiendo a un mirador de pendiente pronunciada. Desde allí se aprecian las casas multicolores que “bajan” hacia el mar azul, la Iglesia Santa Margarita, con su torre amarilla, y el torreón del castillo. Nosotros estábamos muy cansados y con Tahiel y su carrito es una subida complicada, por eso les debemos las fotografías. Lo lindo de este pueblo es que tanto Dino como Tahiel disfrutaron un poco del agua.
Corniglia
Ya estaba llegando el atardecer y decidimos pasar por el último de los pueblos que nos faltaba conocer: Corniglia. Es el pueblo “del medio” y el único que no tiene “salida” al mar. Cuando bajamos del tren tuvimos que subir una larga excalera que Tahiel se la subió a pie, solito! Tenía más pilas que nosotros dos. El pueblo tiene una plaza central (donde para el bus y donde hay un mrcadito mucho más barato que en la parte antigua) y algunas calles angostas que desembocan en un mirador. Hay bares, restaurantes y la posibilidad de hacer senderismo.
Esta es la escalera que Tahiel subió solo.
Desde arriba se ven ls vías del tren y, a lo lejos, Manarola.
Plaza principal.
Esperando el tren para volver.
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Información práctica
¿Cómo visitar los pueblos en cinque terre?
La mejor manera de hacerlo es con el tren. Pero no hay un tren especial que solo pasa por los pueblos, sino que son los trenes interurbanos comunes que unen otras ciudades y paran allí. No todos los trenes paran en todos los pueblos. Por eso, antes de salir es conveniente conseguir el papel con todos los horarios. Si no lo consiguen, no importa porque esa info está en todas las estaciones.
Como el alojamiento y la comida en los pueblos suele ser más caro (aunque siempre se pueden encontrar opciones accesibles al presupuesto de cada uno) les recomendamos alojarse en alguna ciudad cercana. Nosotros decidimos alojarnos en la Spetzia, una de las ciudades más cercanas al parque nacional. Allí conseguimos un Bed and Breakfast muy lindo, limpio y en precio. Lo bueno era que desayunábamos todas las mañanas con esta imagen…
En la estación de trenes hay un local donde venden los tickets y te dan planos e información turísitica (incluido el papel con los horarios del tren). Ahí mismo venden unas guías por 3 euros con información sobre los pueblos y las iglesias y monumentos que hay en cada uno. Además, cuenta con un plano de cada uno de los pueblos con las calles principales. Nosotros no lo compramos, pero para el que quiere conocer más allá de solo caminar y disfrutar el paisaje, puede ser un buena opción.
Opciones de tickets
Existe un ticket que cuesta 12 euros por día y que incluye todos los tramos de tren, wifi en las estaciones, ingreso gratuito a los caminos peatonales (la parte habilitada) y los buses que te llevan desde las estaciones hasta las partes más altas de los pueblos. Se llama Cinque Terre Card. Se compra, por ejemplo, en el centro de información turística de la estación de trenes de la Spetzia.
Otra opción es comprar el ticket individual de tren por tramo que cuesta cada uno 2,5 euros. Si se van a tomar más de dos trenes no les conviene.
Una tercera opción es comprar un ticket de 4 euros que vale por seis horas (desde el momento en que se valida en las máquinas) y que sirve para una sola dirección. Por ejemplo, podemos sacar uno por 2,5 euros hasta el último pueblo y el de 4 euros nos sirve para ir regresando en sentido hacia la Spetzia. En la estación de trenes de la Spetzia lo venden los dos kioscos de diarios y tabacos que hay en el andén principal.
A nosotros nunca nos pidieron el pasaje, pero en muchos casos vimos que los pedían.