“El ciprés de Silos”
dedicado a Ángel del Río
“Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.”
Gerardo Diego
Esta conífera mediterránea originaria de oriente próximo, es usada preferentemente como ornamental, especialmente en cementerios porque, culturalmente y desde hace muchos siglos, se le asocia un fuerte simbolismo relacionado con la muerte. Tiene también usos en carpintería y ebanistería, medicina, etc.
El árbol tiene forma piramidal alargada, las hojas son perennes, verde oscuras, con forma de escama, aplanadas, minúsculas, deprimidas, imbricadas, sin glándulas resiníferas, alineadas en parejas opuestas y decusadas.
Florece en invierno, las inflorescencias son masculinas (ovaladas, terminales, solitarias o en grupos) o femeninas (conos axilares solitarios o en grupos) y ambas flores en el mismo árbol.
El fruto es leñoso, alargado y ovalado, de color verde al principio pasando al madurar a ser de color gris. Las semillas son conos de forma irregular, pequeños y con ala rudimentaria que maduran al cabo de un año.
Se trata de un árbol longevo que vive varios siglos superando fácilmente los 500 años.
Actualmente muchos cipreses padecen cancrosis, enfermedad de las cupresáceas causada por los hongos microscópicos Seridium cardinale (Wag.) Sutton et Gibsony Seridium unicorne (Cooke et Ellis) Sutton que pueden llegar a matar el árbol. Comienza como manchas en el follaje que luego se generalizan a toda la copa, con un característico color marrón.
Un saludo