Circo

Publicado el 14 enero 2016 por Alfredojramos

(En el margen saltado, escribo de lo que pasa.) La deriva de la situación política conquista cotas que hasta hace poco parecían terreno exclusivo de los espectáculos de feria. Tot és possible. Parece oírse un grito de otro tiempo incrustado entre las cámaras ocultas de televisión que retransmiten sin cesar las ceremonias propias de los días obtusos que nos está tocando vivir. Las palabras de los políticos (de casi todos y de casi todas) son como trenes que caminan por raíles de vía estrecha: todo parece sometido de antemano al arte de hablar sin decir nada. No es fácil encontrar la salida en una situación en la que comienzan a complicarse las posibles soluciones por incomparecencia del sentido común, o porque su puesta en práctica parece crear más problemas que cuestiones resuelve. Es un consuelo que al menos la gramática nos ofrezca la posibilidad de construir frases con sentido. Y que un buen uso del ritmo narrativo haga posible que las piezas del puzle verbal encajen sin excesivos chirriamientos, aunque este último sea uno (quiero decir: si se exceptúa este último). No es inane la imagen de que es preciso llenar el tiempo de apariencia de duración para que la realidad espacial se sostenga y la tramoya no se venga abajo. Ningún político pondrá nunca en entredicho su condición de títere de un teatrillo cuyos hilos manejan intereses diversos, incluidos los apenas confesables. Tampoco estamos ya en tiempos en los que podamos creer en la inocencia, qué tontería. La capacidad para seguir representando la propia impostura sin desfallecer a causa de las grietas del maquillaje no es en sí misma una virtud. Pero sin duda contribuye a que pueda seguir la función.
(Tiempo contado, lunes 11, enero 2016, 10:06 am) Ilustración Marc Chagall: El caballo de circo, 1944.