Como a todos los niños de mi generación, imagino, el circo me fascinaba, aunque tengo muy pocos recuerdos en este sentido. Uno de los más nítidos, el de Mary Santpere haciendo de payaso, y no sé si llegúe a verlos en directo o recuerdo solamente el cartel, a los legendarios Pompoff y Teddy.El Cirque du Soleil ha logrado devolver el esplendor a un arte que, al menos en España, se encontraba en las últimas décadas en decadencia.Ha sabido adaptarlo y hacer de él un espectáculo contemporáneo, abriendo el camino a otras compañías que siguen su ejemplo con éxito.
«Kooza» es un espectáculo en el que se conserva todo el envoltorio técnico y mágico, ese universo onírico y al tiempo fantástico tan reconocible del Cirque du Soleil (música, luces, vestuario...) pero se le otorga el protagonismo a las dos columnas vertebrales de este arte: los números acrobáticos y de riesgo, y el humor de los payasos. Con «Kooza», la compañía recupera la capacidad de sorpresa (que no siempre tienen sus espectáculos) y logra asombrar y fascinar a los espectadores. Tres números especialmente dejan sin aliento al público: los hermanos Quirós, españoles, alambristas en altura; el de la báscula que cierra «Kooza» y, sobre todo, la escalofriante rueda de la muerte (en la imagen), que es imposible seguir con la boca cerrada y sin que suban las pulsaciones.La otra mitad del espectáculo, los payasos, son efectivos, aunque en alguna ocasión de un humor un tanto burdo; lo mejor, el mago carterista, espectacular.
David Larible
Totalmente diferente es el espectáculo de David Larible, publicitado como el mejor payaso del mundo y, aunque en arte no hay categorias absolutas, no es descabellado decirlo. «Clown» es exactamente lo que su título indica, la quintaesencia del payaso, enormemente divertido y tierno al tiempo. Es el triunfo de la simplicidad y del talento. Sus gags son tan clásicos como efectivos, y mantienen al público (cómplice indispensable del payaso) en una constante carcajada. Me gustó especialmente el número en el que juega con la luz de un foco, y la relación que mantiene con los espectadores que participan en el espectáculo. Y todo apoyado única y exclusivamente en su capacidad de comunicación y en su talento.(La foto es de mi compañero y amigo Ignacio Gil)