La decadente comunicación entre los adolescentes y padres en los hogares no solo de Cuba sino del mundo es cada día más preocupante. Vivimos en una sociedad donde el respeto por el otro se ha perdido totalmente y la ausencia de la tolerancia al libre pensamiento es un mal que achaca a todos los seres humanos.
Los niños y jóvenes pasan más tiempo frente a la pantalla de un teléfono o de un computador en vez de cultivar una relación sana con sus padres, quienes son los responsables de su salud mental.