Circuncisión

Publicado el 30 junio 2011 por Cronicasbarbaras

Caso de que la página sea suya, el oscarizado actor Russell Crowe (47) acaba de lanzar una diatriba contra la circuncisión en “Facebook”: “Dios no necesita una donación de prepucio. Los bebés son perfectos”.

Lo que ha provocado una reacción muy molesta en los judíos de Hollywood, entre los que ha triunfado este macho alfa de origen neozelandés, australiano y maorí.

El rito viene en Génesis. Dios le ordenó a Abraham circuncidarse. El patriarca obedeció, y desde entonces los bebés varones de familia judía son privados del prepucio, parte de la piel que rodea el glande del pene.

Los musulmanes, que creen descender de Abraham a través de su hijo Ismael, practican también esta intervención que ahora quieren prohibir en distintos países occidentales equiparándola a la mutilación genital femenina de numerosas naciones islámicas.

Los cristianos, pese a que Jesús era circunciso, abandonaron la norma. Tampoco siguieron la prohibición judía de comer cerdo.

Seis siglos d.C., Mahoma impuso la circuncisión y la prohibición abrahámica de comer cerdo. También impidió beber vino, ley no judaica, pero útil para evitar mentes calenturientas en el ardiente desierto.

Ante los ataques a la circuncisión, los judíos y musulmanes la defienden como norma higiénica. Es mucho más: optimiza la actividad sexual del varón, especialmente si nace con fimosis. Lo hace mejor amante.

Una de las bondades del servicio militar era que los médicos extirpaban la fimosis a los reclutas que lo pedían. Hubiera sido preferible una intervención bastante antes.

La circuncisión mejora el placer sexual de la pareja, y no es comparable con la ablación de clítoris o a la infibulación y cierre vaginal en las niñas, que son exactamente para lo contrario: para provocar espantosos sufrimientos durante las relaciones sexuales, cautela que evita la infidelidad de las esposas al camellero nómada.

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