Y lo peor de todo es que esta obra tiene momentos brillantes, no en vano, su director es el creador de la demoledora “Requiem por un Sueño”. Y de un final de esos que podría calificarse de estruendoso. Una pequeña genialidad a la que hay que sumar un estupendo trabajo actoral de sus dos protagonistas, Natalie Portman (está en forma, aunque su delgadez acentúa la angustia que domina esta obra) y el señor Vincent Cassel, el afortunado marido de la Bellucci. El mejor hilo secundario, quizás, lo protagoniza con o sin ironía una irreconocible Wynona Ryder como ex-primera bailarina de la fastuosa compañía de ballet en la que se centra la película, un mundo dentro de un mundo.
Primer problema: se exagera tanto que a veces parece una parodia, luego llega la pérdida de credibilidad, la magia de una obra. Segunda problema: como dice Ethan, desde su rincón (el blog de ethan), la simbología de la película es de patio de colegio y su repetición causa hastío. Tercer problema: técnicos. ¿A qué viene tanta cámara al hombro? ¿Para qué? Cuatro problema, y es uno de los gordos: desde el minuto 0 el amigo Aronofsky se dedica sistemáticamente a manipular el espectador. Gracias, hombre. Salí reconfortado del cine, suerte que aún era de día. Ya sé que el cine es un artificio, pero no destinado a provocar retortijones gratuitos.
Y se sufre, se sufre. Si una película no te hace soñar o no te divierte, lo mínimo que se puede pedir es que te aporte algo; una materia, una pregunta, una intuición, un destello. Aquí, la conclusión es tan elevada y desconocida como aquella de “fumar perjudica seriamente a la salud y hace que el número y la arrogancia de tus espermatozoides caiga en picado”. Vale, ya lo sabía. Gracias. El próximo día me iré directamente al frankfurt y a las cervezas si, Darren, no me aportas algo.
- Abstenerse: si disfrutas tomando el vermut en una terraza soleada.
- Recomendable: si te gustan películas como El Ente (que además es mejor que ésta).
- Puntuación: 5,5.