‘Cisne negro’ – Pas de deux

Publicado el 24 febrero 2011 por Cinefagos


El título escogido para este post no es (ni por asomo) un indicio de que la que aquí escribe es una entendida en esto del ballet, simplemente lo he utilizado porque “Cisne negro” es un juego constante de dualidades incluido el resultado final.

Antes de desgranar a qué me refiero, quiero dejar constancia desde el principio que esta película no sería nada sin la estratosférica interpretación de una Natalie Portman que se ha entregado (literalmente) en cuerpo y alma en uno de esos papeles ante los que es imposible no rendirse. El Oscar para el que está nominada (ya se ha llevado un Globo de Oro y un Premio BAFTA) debe ser para ella sí o sí sin desmerecer el excelente trabajo de sus contrincantes que se han topado con una “rival” intratable.

Darren Aronofsky cambia un “luchador” en el ocaso de su carrera por una luchadora que se encuentra en el inicio de la misma. Nina es una joven bailarina que acaba de conseguir el papel protagonista en el nuevo montaje de El lago de los cisnes que va a dirigir el prestigioso Thomas Leroy. A partir de este momento, Nina, que debería ascender hacia el cielo del triunfo durante los ensayos de la obra, se ve abocada a un infierno psicológico que deformará su percepción de la realidad.

Frágil, aniñada, fría, menuda, empequeñecida frente a los gigantescos y amenazantes personajes de la rodean, Nina cumple a la perfección el papel de Odette (el candoroso y puro cisne blanco), pero se halla lejos de Odile (el maligno y sensual cisne negro). Esta dualidad marcará la evolución del personaje cuya identidad se irá agrietando a medida que vaya aprendiendo a ser la “otra”.

El sufrimiento físico de la bailarina no sólo deja huella en sus maltrechos pies o en sus profundas ojeras o en ese cuerpo casi anoréxico y agotado, sino que las peores heridas (esas que no se ven) resquebrajarán su equilibrio mental.

Zarandeada por su castrante madre, por el arrollador Thomas, la explosiva Lily y la destronada Beth, la protagonista comienza un calvario (del que somos testigos a través de sus ojos) en el que se combina el pánico, la automutilación, la sexualidad reprimida o la terrible inseguridad que nos recuerda a aquella Erika Kohut de “La pianista”, aunque mucho más comedida.

Nina se escinde en dos y todo lo que la rodea le acompaña en esta particular tortura en la que la realidad y la alucinación se fusionan en un inquietante crescendo. En este sentido, “Cisne negro” no es, exclusivamente, una película sobre el duro (y a veces inhumano) universo del ballet, sino que este se toma como excusa para relatarnos una historia mucho más cercana al terror.

Transitada por momentos de una enorme fuerza visual, Aronofsky y, sobre todo, la soberbia Portman consiguen arrastrarnos y hacernos vivir ese vía crucis desolador, ese pozo oscuro y sin fondo al que se verá abocada la protagonista. Y, curiosamente, son los tonos pastel los que dominan cada una de las escenas en un claro reflejo de la personalidad (casi ingenua) de Nina, tonos que serán sustituidos por el negro y el rojo en el tramo final de una cinta caracterizada por una cuidada (y nominada) fotografía.

No sería justo desmerecer al resto del reparto, puesto que cada uno cumple a la perfección su cometido. Por un lado encontramos a Barbara Hershey que da vida a esa madre absorbente (ex bailarina de carrera truncada) que proyecta en su hija sus insatisfacciones y le impide madurar. Junto a ella aparece ese tipo feo de irresistible atractivo que es Vincent Cassel que interpreta al coreógrafo que despertará un fatal cúmulo de reacciones impredecibles en su primera bailarina, reacciones que amplificará la personalidad atrevida, imperfecta y enérgica de Lily, una arrolladora Mila Kunis (premiada en el Festival de Venecia) que, por momentos, me recordó a la sensual Roxy de “Instinto básico”. Finalmente, no quiero olvidarme de las fugaces (y contundentes) apariciones de Winona Ryder como Beth, esa ex primera bailarina al que el paso de los años ha destronado sin contemplaciones.

¿Qué le sobra a “Cisne negro”? Para mí, son innecesarias todas esas “explicaciones”, en forma de flashback, para que un engrudo llamado guión llegue al estómago de los espectadores sin demasiado esfuerzo. Además, me resultan superfluos y torpes algunos recursos que pretenden crear tensión y/o potenciar una atmósfera de terror/thriller cuando es más que suficiente la contemplación del desgarrado rostro de Nina para conseguirlos. Hay algo que, de vez en cuando, chirría en la película y eso le resta cierta credibilidad.

Cinco son las estatuillas a las que opta esta cinta de las que una es casi seguro que acabará en manos de la embarazadísima Portman. ¿Merece algún Oscar más o no? Pas de deux…

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