“Este ejemplar pertenece al Club De Los Libros Perdidos…”
En ese instante desperté con algo de amargura por el sueño terminado pero el firme deseo de hacer parte de la Tercera Gran Liberación Mundial De Libros.
En pasadas ocasiones he mencionado que es casi mandamiento de los dioses literarios el brindarle un ‘like’ a la página de Facebook El Club De Los Libros Perdidos. Pero en esta ocasión me centraré en sólo una de las ventajas que conlleva visitar dicho lugar, un beneficio que ha causado gran expectativa y al cual se apuntan diariamente cientos de personas alrededor del mundo. Se trata, por supuesto, de la Tercera Gran Liberación Mundial De Libros, un evento que tiene por objetivo ‘liberar’ ejemplares en cualquier espacio público que se antoje con el fin de incentivar la lectura y promover la magia contenida en esos tesoros de tinta y papel.
Esta es la cuestión: en siete días, el próximo 21 de marzo, puede usted tener la certeza de que en decenas de ciudades personas de todas las edades estarán saliendo de sus casas con un libro bajo el brazo, despidiéndose de él con algo de nostalgia pero llenos de entusiasmo porque al final del día un desconocido habrá cogido entre sus manos dicho cuento, novela o biografía para internarse no sólo en su narración sino en el universo del Club De Los Libros Perdidos. Ahora bien, a pesar de que 58 mil personas se cuenten como participantes en este evento creado en Facebook, nunca se tiene suficiente cuando de palabras regadas por el mundo se trata. Entonces es aquí donde usted entra en el juego.
Si ya sabía del evento y tiene planeado participar, ¡maravilloso! Búsquese otro ejemplar por allá debajo de la cama o escondido en un armario y apúntelo también en tan extraordinaria odisea. Pero si no tenía idea alguna de la liberación, deje a medias esta lectura y empiece a pensar o merodear por su habitación en busca de esa novela que le hizo llorar o adentrarse de lleno en la literatura. Coja el cuento que le quitó el sueño, acaricie la aventura que le hizo perder la noción del tiempo, bríndele un hasta pronto a esos personajes que le detuvieron el corazón por un instante y alístese para salir el próximo jueves con el único propósito de liberar ese tesoro en un mundo tan necesitado de magia y fantasía literaria.
¿Está usted en Buenos Aires o Montevideo? Tómese ese día un mate bien fresco y salga a dejar a don García Márquez en una plaza o bus cualquiera. ¿Se encuentra en Bogotá? Agarre el paraguas y sujete a Cortázar para llevarlo al centro de la ciudad. ¿Guadalajara o el Distrito Federal? Váyase a un parque en compañía de Shakespeare, Zafón, Allende o Follett y consígales una cita. ¿Madrid o Barcelona? Escolte a Martin, Collins, Borges o Rulfo y libérelos en ese trocito de ciudad que a usted más le gusta. Sea donde sea, a cualquier hora y con cualquier autor, lo importante es que no deje pasar la chance y en 168 horas le dé libertad total a un libro para que hechice la vida de algún ciudadano tal como hechizó la suya.
No olvide dejar alguna inscripción referente al club en la primera página del tomo a liberar. Si tiene tiempo, ármese con una cámara y después de dejar el libro por ahí, escóndase y aguarde a tomar registro fotográfico del momento en que alguien descubra su regalo. Si quiere hacer la cosa aún más personal, deje la cita que más le agrade entre las páginas de la historia y verá que, por esos juegos curiosos del destino, aplicará a la perfección con la vida del lector sorprendido que capture usted con tan magnífico obsequio. Puede que tenga tal éxito ese hecho que un día la liberación sea también de citas y cartas. ¿Se imagina usted su ciudad poblada con post-its y trocitos de papel con la muda voz de sus autores favoritos? Increíble. Ya si se deja volar la imaginación a límites extremos, acuéstese estos días soñando que quien encontrará su libro liberado será la dama que se adueñe de su corazón o el hombre que le robe la sonrisa más dulce que haya visto este planeta.
Pero no olvide lo esencial: libere un libro, deje libre frases y párrafos que conquisten espíritus quizá ensombrecidos en un monótono existir. Y confíe, confíe con su alma para que arribe el momento de tener encuentros casuales con novelas liberadas. Sueñe, como yo, que llegue la hora de la cita con un libro perdido.
Jef Volkjten