Abro El último encuentro de Sándor Márai un poco al azar, antes de prestarlo. Me topo con una reflexión de uno de los protagonistas, subrayada a lápiz, como en cualquiera de mis libros. Acababa un mundo y llegaba otro. Y pienso en mi padre y en su generación, ahora que se van yendo, porque la biología no perdona. Aquellos que de verdad fueron grandes:
"Fueron
una excelente generación, pensó el general, mirando los retratos de los
parientes, amigos y compañeros de su padre. Fueron una excelente generación,
pensó el general: hombres un tanto solitarios que no lograban fundirse con el
mundo; eran orgullosos, creían en cosas, en el honor, en las cualidades de los
hombres, en la discreción, en la soledad y en la palabra dada"