¿Cómo estáis? Espero que muy bien, disfrutando del comienzo del fin de semana. ^^
Hoy vengo a compartir con vosotros mis citas favoritas de Ciudades de Papel , que como os dije en su reseña, me gustó mucho y me apetece que sepáis cuáles fueron mis fragmentos favoritos. Algunos, aviso ya con antelación, son algo extensos, pero me encantan.
Aquí, frente a este edificio, aprendo algo sobre el miedo. Aprendo que no son las banales fantasías de alguien que quizá quiere que le pase algo importante, aunque lo importante sea terrible. No es el asco de ver a un extraño muerto, ni la falta de aliento cuando oyes cargarse una escopeta delante de la casa de Beccar Arrington. Este miedo no se soluciona con ejercicios de respiración. Este no es comparable con ningún miedo que haya sentido antes. Es la más baja de todas las emociones posibles, sientes que estaba con nosotros antes de que existieras, antes de que existiera este edificio, antes de que existiera la Tierra. Es el miedo que hizo que los peces salieran del agua y desarrollaran pulmones, el miedo que nos enseña a correr, el miedo que hace que enterremos a nuestros muertos.
-Cuanto más tiempo llevo en mi trabajo, más cuenta me doy de que los seres humanos carecemos de buenos espejos. Es muy difícil para cualquiera mostrarnos cómo se nos ve, y para nosotros mostrar a cualquiera cómo nos sentimos.
-Muy bonito. Pero, en el fondo, ¿no es eso también lo que hace tan difícil que entendamos que los demás son seres humanos exactamente igual que nosotros? Los idealizamos como dioses o los descartamos como animales.
-Cierto. La conciencia también cierra ventanas.
Era lo que más me gustaba de mis amigos, que nos bastaba con sentarnos a contar historias. Historias ventana e historias espejo.
Dejé el libro y me tumbé de lado, mirando por la ventana que había estado entre nosotros. No basta con verla o escucharla. Para encontrar a Margo Roth Spiegelman tienes que convertirte en Margo Roth Spiegelman.
Marcharse es muy duro... hasta que te marchas. Entonces es lo más sencillo del mundo.
Y no puedo evitar sentir que Whitman, por su belleza furiosa, quizá fue demasiado optimista. Podemos oír a los demás, y podemos viajar hasta ellos sin movernos, y podemos imaginarlos, y todos estamos conectados por un loco sistema de raíces, como hojas de hierba, pero el juego hace que me pregunte si en realidad podemos convertirnos totalmente en otro.
Quizá es más como lo has dicho antes, que todos estamos agrietados. Cada uno de nosotros empieza siendo un recipiente hermético. Y pasan cosas. Personas que nos dejan, o que no nos quieren, o que no nos entienden, o que no las entendemos, y nos perdemos, nos fallamos y nos hacemos daño. Y el recipiente empieza a agrietarse por algunos sitios. Y, sí, en cuanto el recipiente se agrieta, el final es inevitable. [...] Pero está todo ese tiempo desde que las grietas empiezan a abrirse hasta que por fin nos desmoronamos. Y solo en ese tiempo podemos vernos unos a otros, porque vemos lo que hay fuera a través de nuestras grietas, y lo que hay dentro se nos ve también a través de ellas. [...] Pero cuando el recipiente se rompe, la luz puede entrar. Y puede salir.
¿Qué os han parecido?
Espero que sí, que las disfrutéis tanto como yo cuando las leí en su historia.
Os deseo un feliz viernes cargado de buenas lecturas y diversión. Nos vemos pronto en una nueva entrada.