Las carabelas portuguesas de Bartolomeu Dias de Novaes anclaron en sus costas ya en el año 1488 pero no fue hasta 150 años después que los europeos se asentaron allí definitivamente, convirtiendo
Ciudad del Cabo en la primera colonia blanca en esa parte del planeta. La ciudad empezó a crecer lentamente, debido a que era muy difícil encontrar mano de obra adecuada. Esto provocó la importación de esclavos desde Indonesia y Madagascar, muchos de los cuales se convertirían en las primeras comunidades mestizas del Cabo.
Hoy en día, Ciudad del Cabo es un cóctel de culturas, razas y lenguas y también una ciudad de contrastes, reflejo de lo que es el país entero. Lujosos hoteles y boutiques de las marcas más caras se levantan en los barrios ricos de la ciudad. Los buenos restaurantes compiten en la antigua zona del puerto en los muelles de
Victoria & Alfred, pero muy cerca se encuentran los barrios marginales donde kilómetros y kilómetros de chabolas esconden pobreza y miseria.
La famosa
Table Mountain (montaña de la mesa para los colonos británicos) o
Hoerikwagoo (montaña del mar para los koi-koi locales) es la imagen más característica de Ciudad del Cabo. Una meseta aplanada de unos tres kilómetros de extensión en su parte más ancha, que se ha convertido en la principal atracción turística de la ciudad.
El día amaneció triste y gris y la “mesa” estaba cubierta por un gran mantel blanco. De esta manera, con el nombre de
clothes, es como los locales llaman a la espesa niebla que tan a menudo impide ver la Table Mountain. Se trata de un fenómeno muy común, sobretodo en invierno, debido a la condensación de la humedad cuando los vientos marinos del SE circulan y ascienden hasta los más de 1000m de la cima. Sin embargo, la versión popular es otra: son los restos de una competición de humo entre el pirata Jan van Hunks y el Diablo para ver quien fumaba más.
Primero nos dirigimos a
Signal Hill, una colina desde donde se divisa la ciudad a los pies de la montaña. El cielo había ido ennegreciendo y parecía que se estaba preparando un buen aguacero. Daba la sensación como si el color, de pronto hubiera desaparecido e incluso las fotos salían en blanco y negro. Ciudad del Cabo tiene un clima mediterráneo y en los meses de invierno se concentran abundantes precipitaciones. Sus habitantes aseguran que las cuatro estaciones juntas pueden vivirse en un mismo día. En la parte más elevada de Signal Hill se encuentra el cañón desde donde cada día a las 12 del mediodía un disparo, activado actualmente por un impulso electrónico desde el Observatorio, mantiene una vieja tradición capetoniana: el llamado
noon gun. Antiguamente servía para dar la hora exacta a los barcos anclados en la bahía. Hoy en día los ciudadanos de la ciudad simplemente comprueban sus relojes.
Al descenso de Signal Hill subimos hasta la base del funicular el cual se encontraba cerrado debido al mal tiempo. Nos quedamos con las ganas de subir a Table Mountain pero la verdad es que con tanta niebla tampoco creo que hubiera merecido la pena.
De vuelta al centro de la ciudad, nos olvidamos ya del coche y recorrimos a pie el centro histórico. La mayor parte de los lugares de interés dentro de la ciudad se concentran en el llamado City Bowl. Primero nos dirigimos a Greenmarket Square en pleno corazón de la ciudad, donde se celebra un mercado diario desde hace 300 años y fue en esta misma plaza, cuando en el año 1834 tuvo lugar la declaración de libertad de todos los esclavos.
Se respira un ambiente animado y la gente resulta abierta y acogedora. Al vernos con el mapa desplegado, algunas personas se nos acercan preguntando si necesitamos ayuda. Un espontáneo se ofrece a acompañarnos hasta la Catedral de St George y después de explicarnos sus miserias, nos pide ayuda. Se ven muchos vagabundos y gente buscando en las papeleras y contenedores. Muchos de ellos son inmigrantes sin papeles procedentes de los países vecinos, especialmente de Zimbawe, donde la situación está más complicada que en Sudáfrica. El hecho es que hay muchos agentes de policía por todas partes y es que están empeñados en combatir la violencia callejera y acabar con tanta inseguridad.
La Catedral de St George no tiene la majestuosidad de las catedrales europeas pero la visita es interesante. Desde aquí el arzobispo Premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu luchó por el fin del apartheid. Junto a la Catedral accedemos a los jardines Company’s Gardens con gigantes árboles que nos regalan una buena sombra mientras nos entretenemos un rato con las siempre graciosas ardillas. En un extremo se encuentra la Biblioteca Pública, un elegante edificio que acoge una de las primeras bibliotecas públicas del mundo. Paseando por los jardines notamos que el sol comienza a apretar pero la Table Mountain sigue cubierta de niebla.
Aquí se encuentra la llamada Museum Mile, que sigue fundamentalmente la Goverment Avenue a través de los Company’s Gardens y pasa por el South African Museum, el Planetario, la Nacional Art Gallery, la Gran Sinagoga y el Parlamento. Así es, el Parlamento Nacional y otras sedes gubernamentales se encuentran en Ciudad del Cabo y no en Pretoria, la capital administrativa del país. Se trata de un bonito edificio de blancas columnas corintias con la estatua de la Reina Victoria presidiendo la entrada.
También es interesante fijarse en la fachada del Ayuntamiento de la ciudad, un gran edificio victoriano construido en 1905. El reloj de la torre parece ser una réplica del Bigben londinense aunque de menor tamaño. Desde su balcón, el día 11 de febrero de 1990, unas pocas horas después de salir de prisión, Nelson Mandela hizo su primer discurso público y gritó ante 100.000 personas “El poder para el pueblo”.
La calle Long Street nos ofrece otros atractivos: bares, tiendas de moda, cafés, restaurantes, librerías… podría considerarse el centro espiritual de la ciudad.
Después de visitar el centro histórico nos dirigimos a Victoria&Alfred Waterfront. Es la zona más turística de la ciudad y se respira tranquilidad, lujo, limpieza y un ambiente festivo y agradable. Desde aquí se puede ver el nuevo estadio para la Copa Mundial de la FIFA 2010 que se ha construido en el barrio de Green Point . Su situación es inmejorable, muy próximo al mar y con las montañas de la ciudad como telón de fondo.
Hay que reconocer que las autoridades locales han sabido sacar un buen partido de ese viejo muelle. Aquí se concentran un gran número de tiendas de artesanía, galerías de arte, joyerías y muchos restaurantes de todo tipo. Músicos callejeros, estatuas vivientes, espectáculos de baile … todo un ambientazo además de unas bonitas vistas, a pesar de que continua cubierta la Table Mountain, y varios rincones donde disparar la cámara de fotos. Desde aquí salen los barcos para visitar Robben Island, lugar donde se encuentra la cárcel donde estuvo preso Nelson Mandela durante 27 años.En una pequeña plaza llamada Plaza de los Premios Nobel, se levantan las 4 estatuas, una al lado de otra, de diferentes ciudadanos sudafricanos que han recibido el Premio Nobel de la Paz, todos ellos por su lucha contra el apartheid:
Albert John Lutuli en 1960 – Desmond Tutu en 1984 y compartieron galardón Nelson Mandela y Frederik de Klerk en 1993.
A pesar de la tregua de mediodía, el tiempo se ha vuelto a complicar y una fría llovizna hace que no apetezca demasiado caminar por la calle. Una buena excusa para ir a visitar el fabuloso Acuario “Two Oceans” que muestra más de 3000 especies marinas que habitan los Océanos Índico y Atlántico.Al salir del acuario no podemos evitar entrar en alguno de los múltiples centros comerciales que se han construido en V&A Waterfront donde acabamos de pasar el día.