Es tema tabú, aun para columnistas, pues el derecho a la libertad de expresión y al libre desarrollo de la personalidad de unos pocos artistas —y de la mayoría de maleducados— le es enfrentado siempre a quien se atreve a referirse a esos muros de indecencia urbana.
Un candidato, imagínense ustedes, se jugaría los votos de alguna juventud, no de toda por supuesto, pero sí de la más recalcitrante y libertaria, si promete el agua y el jabón o la grata (cepillo metálico) que raspe la piedra, o si dice que va a aplicar pintura gris basalto para recuperar el cemento pintarrajeado. Hace mucho que no viajo, pero creo que ni Peñalosa, en su primer mundo en el que vive, haya visto ciudad más fea, de losas más dislocadas y tropezonas o de mayor contaminación por buses articulados, donde se atraca, se viola y se manosea. Hasta aquí este tema que escuece.
Por cierto, Enrique Peñalosa estuvo en silla principal, muy suficiente, en el foro de la Universidad de los Andes, que fue al mismo tiempo el programa “Semana en vivo”, que conduce María Jimena Duzán. Habló, como el ejecutor que es, de algunas iniciativas, sobre todo de la famosa longitudinal “Alo”, que descongestionará, seguramente.
Pardo Rafael, muy sereno y, para usar casi las mismas letras, muy serio. No faltará quien diga que demasiado; es que su rival, Enrique Peñalosa, ríe en campaña, a la usanza gringa, para luego en el poder mostrar cara de distancia y fastidio. Pardo se ve creíble y ordenado; me parece que debe reconsiderar la idea de una guardia urbana para controlar infracciones menores por medio de los celulares callejeros. Es peligrosísimo convertir en acusadores a cuantos chismosos andan por ahí.
Hombre, me llamó la atención no sólo el atuendo tipo fashion de Daniel Raisbeck, (corbatín churcilliano), sino su conocimiento y facilidad expresiva, a sus años. Y, pasando a otro postulante, fue ponderada la dialéctica del doctor Ricardo Arias, quien va por un movimiento de firmas, que se llama “Libres”. Ex director de Ahorro, les aplica buena filosofía a los temas urbanos, y es respetuoso del tiempo de sus respuestas, tasadas y medidas. María Jimena, más formal en esta ocasión, perdió algo de su desabrochada manera ( desabroche, me refiero a la expresión) con la que maneja graciosamente sus mesas más complicadas.
Clara López mostró aire conciliador y un toque social, a la manera de Petro. Sigue siendo un misterio cómo no vio el elefante del Carrusel. Es, sin embargo, confiable. No me cupo, ni me ocupo en esta nota del para mí muy nuevo, don Alex Vernot. Qué pena, como se dice recursivamente en Bogotá.
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