Ciudad Rodrigo, noble para nobles

Publicado el 02 febrero 2014 por Diborja
Al oeste de Salamanca, casi llegando a Portugal, la carretera sigue plana atravesando los campos castellanos. Una muralla levanta el paisaje encumbrado por una Catedral rodeada de palacios. Refugio de nobles, fuerte de tropas, bienvenidos a Ciudad Rodrigo.

Alguien en la Edad Media también tenía un murciélago

Hoy este pueblo salmantino recibe al turismo con los brazos abiertos, ofrece su buena comida y su hospitalidad al visitante. Sin embargo, a los murciélagos no nos hacen mucho caso, así que, después de un buen vino tinto, me dí una vuelta por el entorno mientras mi amo y amigos comían el típico farinato y unas mastodónticas "cocretas" (según decía la carta). La niebla cae plomosa envolviendo la muralla, dentro, luces moradas de un nuevo (y original...) local de gintonics y un karaoke que hará las delicias de los más atrevidos.

El casco antiguo se llena de estrechas calles oscuras en la noche por las que pasa un murciélago pero no un coche. Varios palacios de casas nobles rodean a la catedral, entre los cuales destaca el Parador, cuya visita merece la pena para subir al torreón desde el cual se divisaba llegar a los beligerantes portugueses en el S.XVII.

La obligada visita a la Catedral se convierte en una grata sorpresa gracias a la dedicación y buen hacer de nuestro guía. Nos queda claro que Románico, Gótico, Barroco y Rococó se dan cita en el interior del templo en altares, retablos, cuadros y esculturas.  Por fuera la Catedral enseña con honor marcas de bombas prácticamente sobre toda su fachada. Su claustro remodelado con exactitud sujeta sus arcos con columnas románicas con detalles bíblicos singulares. Muy interesante incluso para un murciélago.

Hay otro "noble" museo en Ciudad Rodrigo, considerado entre los 10 museos más extravagantes y originales del mundo. El museo del orinal (sí, sí, del orinal) nos enseña orinales de todas las épocas, tipos y países llevándonos a otro tiempo de una forma original y bastante escatológica. Fue un vecino de Ciudad Rodrigo, "Pesetos", el hombre que se dedicó a esta peculiar colección que hoy muestra con tanto orgullo. Por suerte, los murciélagos no tenemos que usar ninguno de estos.