"Clama a Cristo, que no te fallará"

Por Santos1

San Nicón y compañeros.

San Nicon de Sicilia, abad y mártir con 199 compañeros. 23 de marzo.
Según la tradición, Nicón era oriundo de Nápoles, e hijo de cristianos ocultos. Cuando era niño su madre le dijo: "Si alguna vez te metes en problemas, haz la señal de la cruz y clama fuertemente a Cristo". Cuando creció, entró a la milicia del Emperador y estando en una batalla, a punto de morir, recordó el consejo de su madre, invocó a Cristo, que vino en su ayuda, le dio fuerzas y derrotó al enemigo.
Esta experiencia le llevó a tomarse en serio la vida espiritual, y servir en otra milicia mejor: la de Jesucristo. Se fue a Oriente, a Cicico, donde pidió el bautismo a su obispo, Teodosio. Este se lo concedió, y en ese momento tuvo la revelación de que estaba bautizando a su sucesor, así que ordenó diácono, presbítero y obispo a Nicón. Este sirvió a la iglesia como obispo un tiempo muy corto, hasta que decidió volver a Nápoles, junto a su madre anciana, a la que encontró moribunda. La buena mujer se alegró de ver a su hijo convertido y hecho ministro del Señor y murió en paz. Nicón entonces se trasladó a Taormina, Sicilia, donde fundó un monasterio que pronto se vio lleno, con 199 monjes.
Y llegó la persecusión de Decio, entre los años 249 y 251, y fue arrestado junto a sus monjes. Los religiosos fueron decapitados sin sufrir, pero a Nicón se le reservaron algunos tormentos, para hacerle renegar de Cristo: Le afeitaron la cabeza para humillarle, y luego le ataron a la cola de un caballo para ser arrastrado por las calles mientras le azotaban. Para darle muerte, le despeñaron por un acantilado, pero sobrevivió y finalmente fue decapitado. El cuerpo fue arrojado al campo para que fuera devorado por las aves carroñeras, pero lo halló un pastor que estaba enfermo de un mal incurable. Apenas tocó el cuerpo, sanó milagrosamente; entonces, llamó a un grupo de cristianos, que enterraron el cuerpo piadosamente.