Fotografías Antonio Andrés
Volver a empezar de nuevo, aunque el viento sople de cara.
Son los primeros versos de Milagro, los primeros en sonar en el concierto de María Arnal i Marcel Bagés el pasado sábado en el POP CAAC. Toda una declaración de intenciones. Acostumbrados a que todo muera un poco cada día, también es bueno recordar que se puede nacer muchas veces. Como ha vuelto a nacer este dúo catalán en un nuevo estado. Febril, curativo, poderoso. Sólo queda la esencia de aquellos María Arnal i Marcel Bagés que conocimos con un disco íntimo, guitarra y voz, en 45 cerebros y 1 corazón. Su segundo disco, Clamor, daba un paso más en su proceso evolutivo, pero si hablamos de la proyección de éste en directo, podemos considerarlo una cuarta dimensión, el espectáculo total.
El hipnótico magnetismo que ya generaban ha explosionado en una presentación potente y electrónica. De nuevo redimensionando la tradición, habitándola en presente y orientándola al futuro, mutando hacia nuevas formas que en directo se convierten un auténtico tercer proyecto que les corona como uno de los grandes valores culturales en nuestro país. Han sumado al escenario la presencia de su productor, David Soler, y los coros clamorosos de Mireia Vilar y Julia Colom. Las guitarras, aun mínimamente presentes, han cedido el protagonismo a los sintetizadores, a las programaciones, a los loops ambientales, a los coros y a las atmósferas infinitas que abren las puertas de los sonidos del cosmos y la naturaleza.
El silencio se ha vuelto aún más sobrecogedor, la intensidad aún más viva. La experimentación digital se cruza con la imaginación para desdibujar los horizontes y habitar nuevas formas de existir, aquellas que ni siquiera se ven, en Ventura; abrazando la animalidad en Fiera de mí; o, en Meteorit Feri, abriéndose a la desintegración a la que cualquier final lleva a la fuerza y que enlaza con la belleza de la estela de Tras de ti. Todo es un pulso blanco y negro, los contrastes de las luces y oscuridades en una coreografía que dota cada canción de vida propia en la expansión en vivo de este universo Clamor.
Sigue latente la presencia de la huella oral y las métricas populares. Como en Milagro, con su rima definida con aire de romancero. También la tradición oral que emerge en el Cant de la Sibil-la interpretado a capella por las tres voces. La conciencia política aflora de manera más poética y espiritual, pero aún es más explícita y honda en la nueva versión de La gent, todavía más poderosa. Todas las canciones recuperadas de los proyectos anteriores han sido adaptadas a la nueva sonoridad, como el Ball del vetlatori, A la vida, Bienes, Canción total o Tú que vienes a rondarme, una de las canciones más bellas escritas en nuestro idioma en los últimos años.
Clamor es un espectáculo contemporáneo, luminoso, conceptual y muy difícil de describir. Apabullantemente hipnótico, sobrecogedor. No ofrece tregua en su intensidad, en su pulso constante. Es una obra artística en sí misma, un real time digno de ser presentado en los mejores espacios mundiales para la cultura. María Arnal i Marcel Bagés han roto definitivamente todas las reglas del imaginario, lo han conseguido.
Difícilmente podremos ver un concierto de tal calibre en mucho tiempo. Quedó irremediablemente eclipsada la buena apertura que Manola había dado a la noche. La joven artista había presentado algunas de sus primeras canciones en un versátil formato trío, con ella en las teclas y la voz, y sus compañeros pasando de los sintetizadores a las programaciones, de la guitarra al bajo. Fue de menos a más, probablemente conforme los nervios fueron desapareciendo, y entre los dejes neo soul de sus canciones destacaron el poderío de No más temores, el bolero modernista Nuestro adiós y una bossa nova que encadenó a Comerte entera del omnipresente C. Tangana.
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