Hasta la fecha, que sepamos, ningún crítico ha analizado los aspectos comunes que presentan Marcel Schwob y Leopoldo Alas "Clarín". Este análisis, pionero, lo hemos emprendido quienes firmamos este blog en nuestro artículo titulado “Clarín, Schwob, et l’esthétique du conte latin”, publicado en Spicilège. Cahiers Marcel Schwob 2, 2009, pp. 63-79 (ISSN 1969-8267).
POR MARÍA JOSÉ BARRIOS Y FRANCISCO GARCÍA JURADO. HLGE
No fue hasta el segundo decenio del siglo XX cuando Marcel Schwob (1867-1905) comenzó a ser un autor estimado en las letras hispanas. Nombres como los de Rafael Cabrera en México y, por supuesto, Jorge Luis Borges en Argentina han quedado ya íntimamente unidos a la fortuna de Schwob en el nuevo contexto iberoamericano del siglo XX. Sin embargo, no fue hasta el año 43 con la mítica traducción de las Vidas imaginarias a cargo de Ricardo Baeza, cuando se produce la universalización del autor francés y su posterior conocimiento también en España. Schwob perteneció en su tiempo a una corriente literaria marginal, y esa marginalidad literaria fue, paradójicamente, la que provocó su encarnación como precursor de una interminable estela de grandes autores del siglo XX que tiene en la figura de Roberto Bolaño su última cabeza visible. Por su parte, en España, Leopoldo Alas “Clarín” (1852-1901) ha sido un autor que ha pasado a la historia de la literatura fundamentalmente por su obra La Regenta, una novela que los críticos suelen relacionar, por ciertas afinidades temáticas, con Madame Bovary de Flaubert, y, en segundo lugar, por sus cuentos, entre ellos el titulado “Adiós cordera”. Al igual que en el caso de Schwob, su fortuna literaria no se vio consolidada hasta bien entrado el siglo XX. Tales circunstancias confieren al estudio conjunto sobre Schwob y “Clarín”, autores que pertenecen a mundos vitales y literarios diferentes, un aire retrospectivo y en cierta manera audaz. En este sentido, partiendo de sus aproximaciones al llamado “cuento latino”, una puntual coincidencia estética entre Clarín y Schwob, es posible analizar sus posibles rasgos comunes y sus innegables diferencias. Desde el punto de vista metodológico, cabe establecer una relación sincrónica (no debe olvidarse que Clarín y Schwob son autores estrictamente contemporáneos), donde cada término de esa relación participa de un sistema común de convenciones no exclusivas de Schwob y Clarín. Entre tales convenciones estaría, sin duda, el cultivo más o menos puntual de narraciones inspiradas en la antigua literatura romana, con un marcado componente metaliterario. Así, Schwob es autor de varios cuentos de tema latino, como “Pupa” o “Las bodas del Tíber” e incluye cuatro relatos de tema latino en sus Vies imaginaires (1896), concretamente las dedicadas a Séptima, Lucrecio, Clodia y Petronio, que suponen uno de los tratamientos más originales de la modalidad literaria que estamos comentando. De tales vidas hemos entresacado, precisamente, la titulada “Lucrèce. Poète”, inspirada en el autor del poema científico titulado De rerum natura. Clarín, por su parte, incluye dentro de sus Cuentos Morales (1895) el titulado “Vario”, objeto de nuestro estudio, acerca de la figura de un conocido poeta amigo de Horacio del que no se ha conservado obra alguna: Lucio Vario Rufo. Así las cosas, nos ha parecido notable el interés que tanto Clarín como Schwob muestran por sendos poetas latinos a la hora de tejer las narraciones indicadas . Ambos textos no sólo coinciden en el hecho de tratar acerca de un poeta latino, sino, sobre todo, en la circunstancia de que mientras el poeta Vario llega a saber que en el futuro su obra quedará borrada por el tiempo, el segundo, Lucrecio, se sentirá poeta sin necesidad de haber escrito un solo verso. Estamos, pues, ante la idea literaria del autor sin texto, que no deja de ser el contrapunto de otra idea que es la del texto sin autor. MARÍA JOSÉ BARRIOS Y FRANCISCO GARCÍA JURADO