Claro que pueden existir y existen madres arrepentidas de serlo.
Y madres tristes, enfadadas, deprimidas, agobiadas, solas. Todo el mundo se siente a veces triste, arrepentido, agotado, agobiado, solo, frustrado, rabioso... haya tenido hijos o no. Son estados normales de la vida, no necesariamente patológicos. Hay grados. Y hay momentos.
También hay madres maltratadoras, abusadoras, narcisistas, neuróticas, violentas, enfermas, incluso suicidas o asesinas. "Madres basura". No solo es que existan, sino que hasta son muy abundantes. Quizás todas lo seamos un poco. Los propios hijos de Alice Miller o de María Montessori han confesado que sus madres no fueron con ellos como escribieron en sus libros. Que escribir en un papel es muy fácil, y si no se tienen hijos, más todavía. Y en la práctica todas nos desquiciamos un ratito cada día. Que no se curan siglos de crianza neurótica en una sola generación, en una sola vida, por mucha terapia a la que vayamos y por mucho que leamos o escribamos.
Las preguntas que me vienen a la mente sin embargo son otras.
Por qué cierta parte del feminismo, desde la Beauvoir, pasando por Elizabeth Badinter, Beatriz Jimeno, o ahora Orna Donath...repiten el mismo modus operandi: tomar el ejemplo de unas cuantas madres que se sienten mal, que están tristes o deprimidas, o arrepentidas, para hacer supuestamente ciencia social, y llegar a una conclusión: que no todas las madres siempre están felices de serlo.
A mí esto me parece una obviedad, pero supongo que dado el mito tan extendido de la santa madre, de la madre perfecta virginal, de las madres orgullosas y felices, etc... muchos consideran necesario y sano sacar a la luz que la mayoría de las madres en realidad lo hacemos fatal. Las malas madres. El tema está de moda. Hasta hay una peli en cartelera. Y es muy rentable además. ¿Por qué vende tanto? Nunca he visto que se hayan anunciado otros libros sobre maternidad como que "aterrizan" o "impactan" en las librerías con grandes ventas, como el de la Badinter y ahora el de Donath. Me gustaría saber el truco para escribir un libro sobre maternidad con sentido común e "impactar" de igual modo en las librerías, si lo saben, por favor, no se guarden el secreto :-)
Los psicoanalistas nos aleccionan desde sus divanes y sus libros, porque sufren y se preocupan por sus pacientes, y aspiran a sanar la humanidad, a que nos demos cuenta de la importancia de amar, y amar bien, a nuestros hijos, que consigamos tomar conciencia y sacar del inconsciente toda la mierda/violencia que llevamos encima y repetimos sin darnos cuenta, de generación en generación.
Desde una buena parte del feminismo (psicoanalistas y feministas siempre han sido enemigos a muerte) parece que se habla con el objetivo de protegernos a las mujeres, protegernos del "deber" de ser madres, y de otro aún mucho peor: considerar a los hijos una prioridad sobre nuestros trabajos o nuestra vida privada. A veces parece también que para autojustificarnos, para reforzarnos en nuestras decisiones o incluso en lo que no hemos elegido pero nos ha acaecido. Las mujeres -y los hombres- la humanidad entera, padecemos de una epidemia de baja autoestima -precisamente a causa de las crianzas frías y neuróticas- y necesitamos reforzarnos en lo que hemos hecho o lo que hemos elegido como lo mejor, mucho mejor que los demás.
Me parece vital que la maternidad, el amor y los cuidados se conviertan en temas públicos, y los continuos debates y reacciones desmesuradas de un lado y de otro, no hacen más que reafirmar su importancia. También que se saquen sus lados oscuros: ahí coinciden la feminista y el psicoanalista, aunque con objetivos aparentemente diferentes.
Entre tanto cacareo, algo terminaremos sacando en claro, mirando hacia dentro de nosotros mismos. En bandos aparentemente opuestos, tenemos más en común de lo que parece: todas hemos sido hijas y todas sentimos en lo profundo la importancia del amor o de su carencia. Conócete a ti mismo, que ya decían los antiguos, para luego organizar la sociedad. Supongo que más temprano que tarde terminaremos legislando, para que todos veamos nuestros derechos incluidos, también los bebés y niños pequeños. ¿Es a eso a lo que llaman "mejorar políticas reproductivas", verdad? Supongo que terminaremos creando climas sociales más adecuados para que todos los niños y niñas sean deseados, y vivan en un entorno predominante de amor, alegría y libertad que les permita crecer como seres plenos o felices, con momentos de conflicto, tristeza, agobio o rabia, que también son humanos y cumplen su función.
O también podemos terminar legislando para dar un carné de aptos para ser madres o padres. O para planificar esterilizaciones masivas. O terminar siendo robots, como "fase superior de la humanidad", que nos reproduzcamos en el laboratorio. O extinguiéndonos antes y destruyendo el planeta, que al fin al cabo solo somos una mota de polvo, un punto insignificante en la inmensidad del espacio y el tiempo.
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