Claro que no Podemos

Publicado el 19 octubre 2014 por Cronicasbarbaras

Son profesores de Políticas en la Complutense nombrados a dedo por sus protectores como el rector José Carrillo, y sus ideas ultraizquierdistas son tópicos de asambleas de adolescentes que piden gamberradas y romper todo lo que los rodea. 

Son los fundadores y dirigentes de Podemos Juan Carlos Monedero y Jesús Montero, que empiezan a reclamar protagonismo quizás celosos de su carismático líder, el listo charlista Pablo Iglesias Turrión. 

Acaban de publicar en un periódico nacional un largo artículo titulado “Claro que Podemos”, un globo de colorines que eleva una vistosa banderita cuyo gran mensaje dice “Hay mucha corrupción”. 

Para cortarla pretenden derribar lo que llaman “el régimen del 78”, la democracia que dan por muerta vistos los escándalos de quienes se han aprovechado de ella, cuando tras todo sistema de libertades siempre aparecen corruptos, aunque este sistema ha contribuído a crear un país moderno con servicios superiores a los de algunos países más ricos.

Y, desde luego, es una democracia mucho más justa, equilibrada y decente que las dictodemocracias populares que propone Podemos, como la de Venezuela. 

Y añadamos que la justicia de esta democracia constitucional persigue las iniquidades, como vemos con Bankia y muchos otros latrocinios, que tarde o temprano dañarán a los sinvergüenzas. 

Pero esta gente quiere crear “un nuevo tipo de democracia revolucionaria” mezcla de asambleísmo de la Puerta del Sol madrileña el 15M de 2011, chavismo-leninismo, consignas falangistas, fe religiosa en los líderes, astrología, quiromancia, perroflautismo y piojos: la sociedad gobernada por los vagos caraduras. 

Una revolución adolescente, sí, pero que puede atraer a muchos españoles angustiados por la larga crisis económica acelerada por un nuevo paradigma: la eclosión económica de naciones como China, cuya gigantesca producción de bienes que antes generaban trabajo aquí, ha incrementado el desempleo. 

Lo que Podemos promete seriamente en el artículo es hacernos felices, y para ello "asaltar el cielo".

¡Qué peligro! Todos los regímenes totalitarios le garantizan la felicidad a los desesperados, que se agarran angustiosamente a este falso corcho que los ahoga más rápidamente. 

Claro que no podemos seguir a estos alocados adolescentes ni aplaudir sus gamberradas.

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SALAS. con sus clásicos