Antes permanecíamos allí hasta que volvía la claridad. Pero desde hace un tiempo, no. Ahora, antes de su restablecimiento, cada uno, como si tuviera mucha prisa, acaba metiéndose pronto en su piso. O en el que cree, a oscuras, que es su piso. Luego, cuando retorna, si te pilla en casa extraña, pides disculpas, como todos, y te vas discretamente a continuar con la vida alumbrada que te ha tocado. Los fallos eléctricos vienen sucediéndose últimamente con más frecuencia de lo habitual. Y duran más. Continuamos culpando a la hidroeléctrica por costumbre cuando salimos, pero ahora son más cortas las tertulias. Lo fundamental, eso sí, es no hablar, jamás, de dónde sorprendió a cada cual la llegada de luz las veces anteriores y, mucho menos, de lo que ocurrió en su ausencia.
Texto: Miguelángel FloresMás Historias de portería aquí.