Por Patricio Rodríguez Rossi
Un colectivo de organizaciones sociales, docentes, estudiantes, sindicatos y gente de a pie se congregó en Parque Centenario, el sábado 5 de noviembre por la tarde, para defender la continuidad y aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral, sancionada hace diez años pero ignorada por el gobierno macrista. El calor no impidió que los gacebos distribuidos por el sector del parque lindante a la avenida Díaz Vélez se colmaran de personas que participaron de las actividades que allí se proponían bajo la consigna convocante de #clasazo.
Un heterogéneo grupo de hombres, mujeres, chicos y ancianos escuchaba atentamente el relato de una mujer acerca de su experiencia con la violencia machista. En simultáneo, en otro de los gacebos la propuesta era aprender a partir del juego. Un niño de unos diez años sentado en el pasto mantenía atenta la mirada al juego de cartas de Andrea Canals.
“- ¿Vos tuviste educación sexual en la escuela?
– Todavía no, pero mi mamá ya me explicó todo.
– Muy bien, pero además de que los papás expliquen, la idea es que en las escuelas se trabaje ese tema”.
El 4 octubre de 2006 se sancionó la ley 26.150 del Programa de Educación Sexual Integral que establece que “todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal”. Esta ley involucra no solo los aspectos biológicos sino también los aspectos sociales, afectivos y éticos.
El reclamo “Ni una menos” estuvo presente en el espacio del evento y atravesó transversalmente a todas las organizaciones y colectivos. Putos Peronistas, el colectivo LGBT, Frente Grande, la agrupación Las Piqueteras, CTA, CTERA, UTE, Frente de Mujeres Evita, Proyecto Popular, entre otras organizaciones, tienen como denominador común la lucha contra la sociedad patriarcal que cosifica lo femenino y lo convierte en mercancía con carácter de propiedad privada y al mismo tiempo lo niega, lo naturaliza como una regla de vida que no debe modificarse y hasta incluso, lo convierte en imperceptible para la misma sociedad.
En otro de los gacebos se desarrollaba un taller de estampado en serigrafía donde los participantes llevaban sus remeras lisas para aplicar la frase “Aborto legal es vida”. Sobre las rejas perimetrales del parque se montaron improvisadas muestras de fotografías, pegadas sobre cartulinas, de las marchas a favor del aborto no punible y en contra de la violencia de género, tomadas por estudiantes de la UBA.
En la corteza de los árboles se fijaron carteles informativos escritos a mano alzada con diversas temáticas tales como “Diferencias entre sexo y género” y “La violencia en el noviazgo”. Un cartel del Ministerio de Educación informaba sobre “¿Cómo nos sentimos cuando nos rechazan?” y recreaban con dibujos situaciones de niños en las aulas. Otro cartel del mismo ministerio recreaba situaciones con adolescentes y los textos estaban escritos en lengua guaraní.
Natalia, del movimiento de mujeres Las Piqueteras, mientras repartía una revista de su agrupación, decía que “la lucha es contra el desmantelamiento de la política de educación sexual y reproductiva” y afirmaba convencida que “aunque se pueda transmitir una forma básica de cuidado en las relaciones sexuales, los pibes no podrían aplicarlo porque ni siquiera hay plata para la distribución gratuita de preservativos, menos todavía para anticonceptivos”. Malena, que es docente y forma parte del movimiento Proyecto Popular, relataba que muchas veces han tenido la tarea de llevar a cabo actividades y no ha habido “capacitaciones suficientes para que esto se pueda abordar con todos los docentes” que se encuentran en las aulas, por eso vinieron a reclamar por todo lo que falta discutir en la sociedad para “seguir construyendo esta educación sexual integral”.
Un grupo de adolescentes sentados en el pasto compartía un mate que circulaba la ronda. Una de ellas, Anahí, del Bachillerato Popular Salvador Herrera de Lugano, le contaba a otro joven que han trabajado el programa en el aula, lo implementaron y les ha parecido esencial que se aplique en todo el país. La violencia de género, para ella, no es sólo hacia la mujer, sino hacia todo lo femenino y el cambio debe darse para que la cultura no “determine un estilo y un tipo de mujer y un estilo y un tipo de hombre”.
Caía la tarde. En el gacebo central se fueron sentando en línea los expositores que iban a cerrar la jornada. La muchedumbre se fue acomodando como espectadores, el bullicio fue disminuyendo de a poco y crecía la atención hacia el escenario improvisado. Entre los oradores del cierre se encontraba Eduardo López, secretario general de UTE, quien destacó que la educación es un “terreno en disputa” y la ley de educación sexual es una herramienta clave para garantizar la igualdad de oportunidades y respetar la diversidad.
Luego le tocó el turno a Martha Rosenberg, psicoanalista y militante por el derecho al aborto, que por su parte destacó que “la ley es un derecho muy importante para el empoderamiento de las mujeres y de toda la sociedad”.
Ana María Suppa, ex legisladora porteña, afirmó que “las leyes se militan” y realizó una descripción del derrotero de la ley desde su inicio hasta la situación actual de desfinanciamiento de los programas. “Que estalle el Ministerio de Educación” exclamó con énfasis, y sostuvo: “tenemos que tener una educación democrática participativa, que abra las cabezas”.
Finalmente llegó el turno de la última oradora Graciela Morgade, decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. “Estamos en un momento político complejo”, afirmó. “Creo que hay una gran diferencia entre este gobierno y el gobierno anterior dado el apoyo que le dio a la puesta en marcha de la ley, la impresión de material gráfico, la producción audiovisual y la difusión de los contenidos y que hoy no se está llevando a cabo por el gobierno actual” dijo y agregó que el programa de educación sexual integral está en peligro porque la ley no se está aplicando.
Al término de esa intervención, el público estalló en aplausos y una suerte de renovación de la esperanza quedó flotando en el ambiente. Se dio lectura al petitorio y a la interminable lista de adherentes al reclamo y se invitó, a todos y todas, a que participen de futuras acciones en pos de visibilizar y reclamar las falencias de un Estado que ha dejado de estar del lado del pueblo.