“Hay cosas –suelen serlas que realmente importan– que solo aprendes a valorar con el tiempo, cuando la madurez hace su aterrizaje silencioso y tu actitud se relaja. Ocurre con el vino, con el jazz y ocurre con lacamisa blanca. A los 15 años resulta la prenda menos femenina del mundo y a los 20 simplemente es aburrida, el adjetivo más tenebroso que pueda existir en ese momento de la vida. Pero cuando estás al borde de la treintena empiezas a descubrir lo cómodo que resulta sentirel tacto del algodón, aprendes queel blanco es el mejor color del mundo–con permiso del negro– y, sobre todo, entiendes quehay pocas cosas más sexies que una camisa despreocupadamente desabrochada
Y eso es precisamente lo que la diferencia de otras prendas que ocupan eso que llaman elfondo de armario, como los vaqueros o el LBD: la camisa blanca llega más tarde, de manera tranquila, como consciente de quellegará su momento“
Hace poco leí este artículo de Cecilia Casero para Vogue y me pareció una descripción de lo más apropiada. Lo cierto es que este post huele a autoconvencimiento. Esta mañana, como todas, no tenía que ponerme. En esta ciudad es complicado amanecer con el mismo cielo que anochece, así que decidí recurrir al clásico de cualquier estilista de “una camisa blanca y unos vaqueros”. Y es que me he visto mayor, me ha dado la sensación de que podrían confundirme con cualquiera de las madres del colegio por el que paso de camino a la clínica. Me encantan. Me encanta verlas, me enamoro de ellas en las perchas y todas me parecen diferentes. Tengo muchas, pero ninguna me hace sentir completamente cómoda. Como prenda, elegante, versátil, pero yo aún no he encontrado el toque de feminidad por el día para mí.
Sin embargo de noche las adoro, y más si escapan un poco del modelo clásico!! Parece que subida a unos tacones hasta esto se ve diferente!! Con unos shorts vaqueros y unas sandalias originales, un pitillo negro y unos salones o unas bermudas fluidas… Se presta a todo!!
¿Y a vosotras? ¿Os gustan?
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