No podía entender y me cuestioné mentalmente la poca inteligencia que me pueda quedar por no haberlo hecho antes, pero los grandes lerdos ya se sabe que funcionamos así. Pero los errores están para subsanarse y dedicarle la sección es un caso flagrante de justícia poética.
Una de las melodías más hermosas jamás realizadas, la que Bechet nos regaló, y una genial idea la del genio de Manhattan incrustarla en las calles de la capital francesa, capaz de conseguir los sonidos más hermosos ya fuera con su clarinete o con su tenora.
Admito que yo descubrí a esta hombre viendo la película, pero desde ese día, cuando tengo ganas de desconectar del mundo y disfrutar a tope de mi sociopatía, siempre busco sus discos, y más concretamente esta absoluta maravilla. Prometo que funciona...