Y es que el día 16 de junio de 1986, hace treinta años y dos días, se publicó The Queen Is Dead, el mejor disco de The Smiths para muchos, que fué el tercero que publicaron, y en el que había clásicos del calibre de Bigmouth Strikes Again, The Boy With The Torn In His Side, o la imperecedera There Is A Light That Never Goes Out.
Este trabajo jugaba con varios estilos como el music hall, el rockabilly, el punk-rock, jangle, que sumándolo al dramatismo y excesividad de Morrissey en la interpretación de las mismas les convirtió rápidamente una de las bandas más grandes de su época y a la que se idolatra aún a día de hoy.
Las canciones eran como una respuesta romántica y rebelde a la Inglaterra conservadora y oscura que gobernaba Margaret Tatcher, y la que nos ocupa y titulaba el disco, un valiente alegato anti-monárquico que no todo el mundo sabría hacer con esta sutileza.