No nací en la dorada temporada de clásicos AM, no tuve esa suerte. Sin embargo, cada vez que escucho una de esas añosas melodías me invaden recuerdos de épocas que no viví. Yo nací cuando sonaba Luis Miguel (entre otras locuras) en la radio y me tocó compartir, siendo niña aún, con adolescentes que perdían los estribos por su cabello dorado y su imperfecta dentadura. No tengo nada en contra de Luis Miguel –tampoco tengo algo a favor, como se habrán podido dar cuenta. Simplemente tengo esa nostalgia de aquellos tiempos en que melodía y poesía estaban hundidas en un profundo romance. Cuando los artistas cantaban desde y con el alma porque soñaban con algo más allá de lo tangible y no solo cantaban para conquistar una masa que les permita darse una vida de lujos.
La canción que esta vez me ha hecho volar hacia un pasado que no me pertenece se titula La amo a morir y pertenece al cantautor Francis Cabrel. Ésta bella pieza vio la luz en 1979 en un álbum llamado Les Chemins de traverse y de inmediato alcanzó una popularidad abismante en Francia, lo cual permitió que su éxito creciera en distintas latitudes del mundo y en distintos idiomas. Son tantas las versiones de esta canción que hoy se conocen (merengue, flamenco) y tantos los autores que la han interpretado (Raphael, Shakira, Jarabe de Palo) que no resulta nada extraño que haya unido tantos corazones alrededor del mundo.
Yo no sé si en la vida haya conocido una canción romántica, más auténtica que esta. Y cuando digo romántica no me refiero al género cebolla (aquellas canciones lacrimógenas y pegajosas), sino que hablo del romanticismo clásico, aquel que no solo hace sufrir, también hace vibrar. En caso de que no la hayan disfrutado aún, les invito a revisar esta versión en español de Francis Cabrel para que conozcan en la voz oficial a lo que me refiero con todas estas palabras:
Y por supuesto les invito a leer la letra de la canción, puesto que la poesía, como en cada Clásico AM, no es sino un gran complemento de esta bella obra:
Y yo que hasta ayer solo fui un holgazán
Y hoy soy el guardián de sus sueños de amor
La quiero a morir
Podéis destrozar todo aquello que veis
Porque ella de un soplo lo vuelve a crear
Como si nada, como si nada
La quiero a morir
Ella borra las horas de cada reloj
Me enseña a pintar transparente el dolor
Con su sonrisa
Y levanta una torre desde el cielo hasta aquí
Y me cose unas alas y me ayuda a subir
A toda prisa, a toda prisa
La quiero a morir
Conoce bien cada guerra
Cada herida, cada sed
Conoce bien cada guerra
De la vida y del amor también
Me dibuja un paisaje y me lo hace vivir
En un bosque de lápices se apodera de mí
La quiero a morir
Y me atrapa en un lazo que no aprieta jamás
Como un hilo de seda que no puedo soltar
No quiero soltar, no quiero soltar
La quiero a morir
Cuando trepo a sus ojos me enfrento al mar
Dos espejos de agua encerrada en cristal
La quiero a morir
Solo puedo sentarme, solo puedo charlar
Solo puedo enredarme, solo puedo aceptar
Ser sólo suyo, sólo suyo
La quiero a morir
Conoce bien cada guerra
Cada herida, cada sed
Conoce bien cada guerra
De la vida y del amor también
Y yo que hasta ayer solo fui un holgazán
Y hoy soy el guardián de sus sueños de amor
La quiero a morir
Podéis destrozar todo aquello que veis
Porque ella de un soplo lo vuelve a crear
Como si nada, como si nada
La quiero a morir.