En esta nueva entrega de Clásicos de la Palomita vamos a hablar por petición popular de una de las mejores películas de Sam Mendes, la que supuso su debut y le catapultó instantáneamente a la cima del séptimo arte. Ya sabéis que si queréis que comentemos otras películas solo tenéis que poneros en contacto con nosotros o dejar un comentario con vuestra sugerencia.
American Beauty es una de las comedias más tristes de todos los tiempos, y ese es su punto fuerte ya que funciona tan bien como drama que como comedia. El director trata una historia trágica pero a la vez cotidiana, compuesta de personajes melancólicos y usando toques de comedia negra a lo largo de toda la película que trascurre por diversas etapas atravesando la locura, el fracaso, el miedo, el amor, el éxito para acabar con un final que nos cuestiona nuestro propio recorrido existencial. Sin duda, el principio ya es toda una declaración de intenciones, anunciándonos el propio protagonista su muerte con el siempre efectivo recurso de la voz en off.
La historia se centra en Lester Burnham un personaje amargado, triste que ha perdido las razónes para levantarse todos los días, agotado de la cotidianidad. Lo único que posee es una mujer más preocupada por las apariencias que por su propio matrimonio, y una hija en plena efervescencia hormonal que se muestra indiferente hacia sus padres por una evidente falta de atención por su parte. Todo ello situado en la clásico barrio residencial estadounidense, donde todo y todos parecen tener una vida perfecta: el clásico sueño americano.
Sin embargo, un día y por sorpresa todo cambia para Lester al ser despedido. Lejos de venirse abajo, el despido es como si fuera lo que necesitaba para despertar de su letargo, de vivir como un saco de boxeo siempre recibiendo golpes de los demás sin la imposibilidad de devolver ninguno. Nos encontramos ante el punto de inflexión en la existencia del patético Lester, dejando atrás el vivir siempre ante la autoridad de su mujer y los prejuicios de su propia hija. Simplemente, empieza a vivir como le da la gana como un gesto de aquella rebeldía juvenil que se perdió a medida que fueron pasando los años. Deja a un lado la rutina de lo cotidiano para ser simplemente feliz o al menos intentarlo.
Kevin Spacey hace el que posiblemente sea el mejor papel de su carrera, pero no es la única estrellaque brilla en el firmamento. Annette Bening está colosal en su papel de mujer dominante, totalmente obsesionada con dar una buena imagen de sí misma y su familia. Sin embargo, no cabe duda que se encuentra tan perdida como Lester, sobretodo cuando vemos que su aventura con El Rey del inmueble que representaba todo aquello a lo que ella aspiraba a convertirse no le lleva a ningún lado.
Posiblemente, el personaje más enigmático de todos es el de Ricky, el novio de la hija de Lester genialmente interpretado por West Bentley. Un chico que pese a que todo hace indicar que nos encontramos con el clásico perturbado, en realidad tenemos a un personaje inteligente con mucha sensibilidad que se encuentra atrapado con un padre autoritario que no aprueba su forma de vida. Tal vez, este personajes es que el nos hace ver la belleza de la vida, la bolsa bailando al son del viento nos sirve de silogismo para mostrarnos que a pesar de que en ocasiones todo parezca negro en un día gris, es posible encontrar la belleza de muchas formas, aunque sea con una insignificante bolsa de plástico en mitad de la nada.
Pero volviendo a nuestro protagonista, vemos como Lester por fin empieza a vivir la vida, dando rienda suelta a sus deseos, ya sea haciendo ejercicio o comprándose un coche símbolo de su juventud perdida. Pero sin duda, uno de los puntos más cómicos lo marca la fijación obsesiva que siente por la amiga de su hija a partir de una escena que nunca será olvidada el mundo del celuloide, la del baile en la cancha de baloncesto y los pétalos de rosas que se convirtieron en el icono de la película. No obstante, una vez más, asistimos ante la muerte de un mito, al comprobar que a pesar de todas las fanfarronerías de la animadora, ésta no era la ardiente mujer de su imaginación, lo que provoca que el deseo se desvanezca totalmente, adaptando una actitud más paternal ante una situación del todo embarazosa.
Sin embargo, todo esto no es antes de que él mismo intentara recuperar la sonrisa de su propia mujer, la que él mismo se pregunta dónde se perdió. Sin embargo asistimos a una nueva decepción de Lester al ver como su mujer está más preocupada de no manchar su sofá de 3000 dólares que de dar rienda suelta a su lujuria. Pero su resignación es total cuando contemplamos la divertidísima escena del puesto de ventanilla en el que trabajaba el pobre Lester.
American Beauty trata sobre el gran mito de la vida americana que nunca existe. Mendes demuestra que es un narrador excelente que nos cautiva con una historia cercana llena de simbolismos en la que nos hablan de la perdida de la ilusión que se desvanece a medida que nos hacemos mayores. Todo ello gracias a unos fantásticos personajes y a una banda sonora excelente de la mano de Thomas Newman. Una joya del cine americano que le valió cinco Oscars de la academia incluyendo el de mejor película.