Aciago panorama el que se le presenta al sheriff John T. Chance (John Wayne) cuando, después de una reyerta con víctima mortal, detiene a Joe Burdette, el hermano del ranchero más poderoso del Oeste de Texas.
Con el escaso apoyo de un ayudante alcohólico (Dean Martin), un anciano (Walter Brennan), y un joven de gatillo fácil (Ricky Nelson), Chance tendrá que hacerse fuerte en la comisaría ante la furia de Nathan Burdette, que tiene tras de sí a más de 40 pistoleros que responden a sus órdenes.
En esta lucha de voluntades, el sentimiento de justicia se verá ensombrecido por el propio espíritu de supervivencia. Pero cuando un pequeño grupo de hombres nobles decide luchar, no habrá ningún Burdette que pueda salirse con la suya.
Esta es la premisa argumental del que está considerado uno de los mejores westerns de la historia. El gran Howard Hawks dirigió un film que se ha convertido en película de culto para las generaciones posteriores. Sobre un competente guión de Jules Furthman y Leigh Brackett, Hawks construyó uno de los mejores títulos de su excelsa filmografía. Nos brindó además una de las interpretaciones más icónicas del legendario John Wayne y consiguió que Dean Martin brillara en pantalla asumiendo el complejo papel de Dude, un gran agente de la ley que vive sumido en el alcohol desde que sufrió una tragedia amorosa que le rompió el alma.
A su lado, también nos encontramos con dos de los mejores secundarios de la historia de Hollywood, Walter Brennan y Ward Bond, además de la bella Angie Dickinson y el cantante Ricky Nelson en su debut cinematográfico.
Río Bravo merecería un análisis más detallado pero no es el propósito de este artículo. El objetivo del mismo es reseñar la significación del film como western ejemplar que ha influido en directores posteriores como John Carpenter (su película Asalto a la Comisaría 13 es un remake encubierto) y Quentin Tarantino. Éste último siempre cita a Río Bravo como una de sus películas de cabecera y subraya que la química y equilibrio que consiguió Hawks marcó un estándar casi inalcanzable para ninguna producción posterior. De hecho, el propio Hawks trató de repetir la fórmula exitosa en films como El Dorado (1966) y Río Lobo (1970). Pero nunca consiguió igualar la marca de excelencia que obtuvo con este clásico inmortal distribuido por Warner Brothers en 1959.
El film acumula varios momentos únicos pero hoy querría recordar la escena en que, encerrados en la comisaría mientras esperan el ataque de Burdette, los guardianes de la ley tratan de relajarse interpretando unas canciones. El director tenía claro que con dos cantantes en el reparto había que incluir alguna interpretación musical que sirviera de contrapunto narrativo. Y así fue como Dimitri Tiomkin extendió una pieza que ya se había esbozado en Río Rojo (1948) y que brilló con especial magnificencia gracias a la profunda y melodiosa voz de Dean Martin y a la más ligera de Ricky Nelson: "My Rifle, My Pony, and Me".Nelson, por su parte, canta también el clásico popular "Get Along Home, Cindy", con el estilo Elvis que tanto le caracterizaba. Momentos únicos y carismáticos para un film de referencia absoluta.