El gran director valenciano Luis García Berlanga. Foto: Mondo Berlanga.
El director Luís García Berlanga se encontraba en el cenit de su madurez artística, tras haber realizado obras tan maravillosas como “Bienvenido Mr. Marshall” (1953), “Calabuch” (1956) y sobretodo “Plácido” (1961). En “El Verdugo”, realiza un ingenioso retrato de cómo se las gastaba la sociedad española, de principios de la década de los sesenta, siendo capaz de presionar, manipular y chantajear emocionalmente al individuo, para forzar y obligarlo a efectuar lo que no quiere hacer, empujándole a traspasar la delgada línea de su propio compromiso moral. Todo ello está enmarcado en una comedia costumbrista (como él mismo sabía hacer), que la utilizaba como una poderosa “arma” para arrojar una inteligente mirada cruel, patética y divertida a los hechos y situaciones tratadas, dando una terrible y certera imagen de hasta dónde podía llegar lo deprimente de aquella sociedad de la década de los sesenta, sin caer nunca en la ordinariez.Su premisa se centra en Amadeo (interpretado por el gran José Isbert, actor fetiche del director valenciano), el verdugo de la Audiencia de Madrid, que conoce a José Luís (interpretado por el actor italiano Nino Manfredi), un empleado de pompas fúnebres que va a recoger al preso que Amadeo acaba de ajusticiar. José Luís no encuentra novia, pues todas las chicas huyen de él cuando se enteran de que trabaja en una funeraria. La hija de Amadeo, Carmen (interpretada por una bella y maravillosa Emma Penella), tampoco encuentra novio, ya que todos sus pretendientes escapan al enterarse de que su padre es verdugo. Carmen "atrapa" a José Luís quedándose embarazada y la joven pareja deciden casarse.
Amadeo espera que el patronato le conceda un piso por su condición de funcionario, pero se entera de que se lo han denegado porque en el momento de la entrega ya estará jubilado. Él y su hija engatusan a José Luís para aceptar el cargo de verdugo y conservar la vivienda, asegurándole que no tendrá que matar a nadie. Cuando llega una orden de ejecución en Mallorca, José Luís, horrorizado, quiere dimitir, aunque eso signifique perder el piso y devolver las nóminas cobradas.
Es más que evidente que “El Verdugo” es un voraz alegato contra la pena de muerte, en tela de juicio durante aquellos años por su extrema crueldad y los derechos civiles. La máquina que se utilizaba en cuestión era la conocida como “Garrote Vil”, vigente legalmente desde 1820 hasta la abolición casi total de la pena de muerte al aprobarse la Constitución Española de 1978, tras el fallecimiento del caudillo Francisco Franco en 1975. (1)
Como decía al principio de la reseña, “El Verdugo” también es un valioso documento sobre la sociedad española de la postguerra. Es muy interesante ver como la joven pareja protagonista, formada por los excelentes actores Nino Manfredi y Emma Penella, tienen que luchar codo con codo contra la mediocridad, aceptando a regañadientes todas las imposiciones de la sociedad para poder tener una vida digna: un hogar donde vivir y una pensión para su hijo pequeño. El personaje que encarna Manfredi, José Luís, se ve empujado a aceptar a realizar un trabajo realmente despreciable, el de verdugo, con la esperanza de que en el último momento el reo al que tiene que ejecutar esté enfermo y muera por causas naturales. Hecho que finalmente no se cumple, ya que José Luís le toca dar la cara y afrontar la situación, en la cual cabe decir que Berlanga, en una escena verdaderamente memorable (filmada en un patio enorme de color blanco, carente de mobiliario y con una pequeña puerta en el fondo), en el que José Luís es llevado a rastras al garrote vil, como si fuese el condenado en lugar del verdugo. La citada escena es la representación perfecta de una metáfora, en la cual tanto el condenado como el verdugo son las víctimas que son arrastradas por la sociedad a que pasen por el aro.
Como dato curioso, es necesario indicar que la genial escena final se inspira en la ejecución de Pilar Prades Expósito, la "envenenadora de Valencia", llevada a cabo por el verdugo Antonio López Sierra. (2) Curiosamente, años después José Monero también aceptó el puesto de verdugo convencido de que no tendría que ejercer y quiso dimitir cuando fue requerido para la ejecución de Heinz Ches, que finalmente se llevó a cabo.
Berlanga demuestra su oficio dotando a la cinta de una factura técnica asombrosa, con unos planos generales en espacios reducidos en el que encuadra a diversos personajes; como por ejemplo aquel en la casa de dos alturas del hermano de José Luís (interpretado por el genial José Luís López Vázquez); o aquella en casa del verdugo (José Isbert), que sorprende a su hija Carmen con José Luís, y se ve a Isbert entrar por la puerta, Emma Penella en la cocina y Nino Manfredi escondido detrás de la puerta de la habitación, simplemente brillante, que personalmente me ha recordado a una bastante parecida en el clásico de Alfred Hitchcock, “Marnie, la ladrona” (Marnie, 1964), en la cual Marnie (Tippi Hedren) estaba robando en el banco donde trabajaba, mientras que en la habitación contigua se veía a la señora de la limpieza, creando una secuencia realmente admirable de suspense.
Más de 50 años después de su estreno, la grandeza de “El Verdugo” reside en que su discurso todavía sigue vigente en la actualidad, y deja bien patente que en nuestro país hemos tenido grandes directores, como Luís García Berlanga, estando a la misma altura de los más grandes maestros de la historia del celuloide, como Alfred Hitchcock, Billy Wilder o John Ford, por citar algunos; siendo una lástima que los prejuicios no le hayan dado la celebridad que merece. Aunque como dice el refrán popular: “Nunca es tarde si la dicha es buena”; y ésta, por descontado lo es, y mucho.
PUNTUACIÓN: ★★★★★
BIBLIOGRAFÍA:(1) Wikipedia: Garrote vil.
(2) Wikipedia: El verdugo: Hechos reales.