Clásicos para regalar esta Navidad, 3 («Cuentos inquietantes», de Edith Wharton)

Publicado el 14 diciembre 2015 por Elinfiernodebarbusse

Fíjense en que, aunque lo propio y característico de la naturaleza es el cambio, el ser humano, que es naturaleza en estado puro y duro (le guste o no), a lo que más teme es precisamente a la transformación, quizá porque se pasa la vida clasificando, categorizando y catalogando las cosas y las personas, y cuando algo no le encaja en esos conjuntos, a los que estima exactos y permanentes, se desestabiliza, se acongoja, se inquieta. Es justo ese sentimiento, el de la inquietud, generada por acontecimientos que suponen cambios, rupturas de nuestros esquemas mentales, o intrusiones en el estable discurrir de nuestras vidas, el que suscitan los diez cuentos de Edith Wharton que Impedimenta ha reunido, en una soberbia edición, bajo el acertadísimo título de Cuentos inquietantes
No esperen, por tanto, una pléyade de apariciones sobrenaturales (las hay también, ¡ojo, eh!, en esto no defrauda a los entusiastas de lo incorpóreo), pero el espectro de circunstancias y contingencias en las que las personas podemos sentir desasosiego, o sencillamente terror, es tan diverso que, en este sentido, la colección de cuentos que ahora se nos presenta constituye un verdadero muestrario de nuestros miedos, en su más diversa índole. 
Muchos de estos relatos eran inéditos en castellano. Yo tan solo conocía el titulado "Después", que ya se recogía en Relatos de fanstamas, una antología de los cuentos de terror de la autora que Alianza publicó en los ochenta, y de cuya traducción se encargó Paco Torres Oliver (tenía una cubierta muy bonita, donde aparece la imagen de una palmatoria del derecho y del revés; se acordarán quienes lo hayan tenido en sus manos).

La escritora, y ¿nieve de verdad?

Al margen de su exquisita prosa, en estos cuentos que ahora se presentan de mano de la solvente traductora Lale González-Cotta (que ya tradujo, de Wharton, La solterona y Madame de Treymes, también para Impedimenta), uno de los aspectos que resutan más destacables e interesantes es, sin duda, la eficaz combinación -aparentemente contradictoria- de los elementos inquietantes o turbadores con la ironía y con la comicidad, algo que no es habitual ver de la mano.
De su autora, poco nuevo hay que decir, que se trata de la maravillosa Edith Wharton, escritora neoyorquina, amiga, admiradora y heredera estilística de Henry James y, consecuentemente, una maestra en el uso del lenguaje y en la caracterización psicológica de los personajes. Baste recordar sus magníficas novelas La casa de la alegría (1905), Ethan Frome (1911) y Las costumbres nacionales (1913), por citar solo tres.  
De nuevo Impedimenta (Deo gratias) se saca de la chistera otro libro absolutamente delicioso. Nunca paren, sigan, sigan.