Ayer estuve de compras y hoy he repetido en el mismo local. La puerta del establecimiento estaba cerrada con el cartel de «Abierto» colgado y permitía una temperatura dentro que no era inferior a veintisiete grados. Tiene un pequeño y atractivo escaparate a la calle que creo que no hace falta iluminar de noche una vez que se baja el cerramiento metálico de protección. Además, desde que vivo en esta ciudad, a la cacereña calle Margallo nunca le ha faltado alumbrado público. A Boxoyo Libros suelo ir a hablar, aunque casi siempre me llevo algo. Ayer salí contento con varios volúmenes de la colección «Classiques Quillet». Aristide Quillet (1880-1955) fue un librero y editor francés que con veinte años puso en marcha una pequeña empresa editora que devino después en una importante sociedad y en una librería cuyos fondos fueron confiscados por los alemanes durante la ocupación. Supongo que por ello le concedieron años después una Medalla de la Resistencia. Fue editor de diccionarios enciclopédicos, de una historia general de las religiones y de una enciclopedia autodidactique, además de esta colección de clásicos —en la BNF encuentro que se editaron veinticuatro títulos— que dirigió su colaborador durante mucho tiempo Raoul Mortier (1881-1951), profesor de la École Normale Professionnelle de Vierzon, en la región Centro-Valle del Loira, y que también coordinó el Dictionnaire Encyclopédique Quillet que publicaron en seis volúmenes en los años treinta. Tener en francés algunos clásicos principales en ediciones que supongo textualmente cuidadas es siempre un placer. Entre 1928 y 1930 Quillet publicó la Poética de Boileau, las Meditaciones poéticas de Alphonse de Lamartine, el Emilio de Rousseau, y obras de Molière, Voltaire, Blaise Pascal, Madame de La Fayette, Mérimée, Alfred de Vigny… Las Poésies nouvelles de Musset, que me traje, junto a otros cuatro volúmenes a los que he sumado hoy un descuidoimperdonable para un dieciochista: Le théatre au XVIIIième siècle, con piezas de Beaumarchais, Regnard y Lesage (Paris, Librairie Aristide Quillet, 278, Boulevard Saint-Germain, MCMXXX). Lo realmente atractivo es la edición y su estado de conservación, el objeto libro, las piezas. La encuadernación en media piel y los lomos con esos arabescos, el doble tejuelo y las letras doradas dan la apariencia de libros más antiguos, aunque no mucho más. La exquisitez puesta en otros elementos como los fotograbados fuera de texto, las guardas, los retratos de los autores e incluso algunas láminas desplegables —p.e., la carta de Voltaire a la Duquesa de Maine en sus Contes choisis, con el apéndice de la Histoire du Règne de Louis XIV— hacen de estos libros un modesto tesoro adquirido al asequible precio de unos diez euros de media por pieza. Boxoyo Libros da para hablar mucho y siempre es una casa acogedora y especial. Cuando he llegado a la mía, después de llevarme hoy un par de curiosidades modernas de allí que necesitaba para lo que estoy escribiendo —un encargo—, me he preguntado por el grado de compulsión de mis compras, y si el excelente estado general de estos libros se corresponde con el de su ya feliz propietario, mentalmente delicado. Agosto, 37 º en la calle.