Comparto algunos pequeños fragmentos del libro Sanar la Civilización, del inmenso psiquiatra y pensador chileno Claudio Naranjo. Me gusta subrayar, marcar y comentar los libros cuando los leo, pero este, tendría que subrayarlo completo. Cada frase es un compendio de sabiduría.
Sobre el autoritarismo:
"A nivel interpersonal, el autoritarismo representa una posición que podría traducirse en: "me debes respeto y debes reconocer que tengo razón, porque soy más sabio que tú", "tus actos deben ceñirse a mi consejo o voluntad aún cuando ésta no concuerde con tu propia preferencia o juicio". "No solo deberías prestarme tus oídos y tu mente, sino que deberías entregarme la totalidad de tu comportamiento, dejando que yo sea quien lo guíe". Lo que entraña nada menos que una toma de posesión del otro, comenzando por su cuerpo.
Pero también cabe reconocer algo semejante en el nivel emocional: no se satisface un padre autoritario con la mera obediencia automática, sino que espera que a su hijo le sea grato obedecer, y que obedezca "por amor". El niño, entonces, sintiendo que debería gustarle la postergación de sus preferencias u opiniones, no tiene más remedio que desvincularse de su propio sentido del placer o desagrado. Debe, entonces, distanciarse de su cuerpo (y de sus emociones verdaderas) en aras de lo que le debe gustar y lo que debería sentir. En vista de tal posesión emocional se comprende, entonces, que la prohibición del placer, o por lo menos la desvalorización de lo instintivo y lo erótico sea intrínseca al mantenimiento del autoritarismo".
Sobre los ideales:
"Está claro que enarbolar el ideal de la compasión no es lo mismo que ser compasivo: más bien contribuyen nuestros ideales a que, sintiéndonos virtuosos por sólo adorarlos, descuidemos serles fieles con nuestros actos."
(...) Pero no sólo es el amor apreciado en tanto ideal que estamos lejos de alcanzar, sino también como algo que nos conviene, porque, en su generosidad, se deja explotar. Cuando existe conflicto entre dos personas, es seguramente la más cariñosa quien cede. Quien sea capaz de mayor empatía respecto a las necesidades del otro acaba dando más de sí, y por ello no es de extrañar que una cultura explotadora acoja la bondad, a pesar de que no consiga alimentarla."
Sobre al amor erótico:
"Podemos distinguir entre un amor que es voluntad de dar y darse placer, y una forma pasiva o inversa, que es el deseo de ser objeto del deseo ajeno. Pueden confundirse ambas cosas cuando no se conoce más que la sed de amor, y se llama amor a eso que no pasa de ser un idealizado "deseo del deseo", pero la diferencia entre ambas refleja la diferencia entre algo que es una parte de nuestra naturaleza esencial (lo instintivo) y una necesidad carencial, cuya función patológica es la de servirnos como alivio ante una vivencia de vacío. En un caso podemos hablar propiamente de eros, en tanto que en la segunda sería más apropiado de usar el término freudiano libido: pues no es el instinto de placer el que domina ahora, sino una necesidad neurótica de silenciar una vivencia de insignificancia o soledad".
(...) "El amor más completo es aquel en que los amantes pueden intuir lo divino en el otro,d e modo que sólo se desean y se quieren bien, sino que se adoran".
Sobre la mente patriarcal y el conductismo:
"La esencia de la mente patriarcal, más allá del predominio de la razón sobre el amor y el sano instinto, ha sido una disrupción del equilibrio amoroso entre nuestras tres personas interiores, que nos ha tornado en seres castrados, fríos de corazón y aunque aparentemente movidos por sus ideales, en realidad impelidos, como máquinas, por un programa patriarcal que los hace compulsivamente adaptables, en su dependencia del afecto y su vulnerabilidad, al castigo y las recompensas".
Sobre el poder:
"Los gobiernos se han visto influidos por una sed de poder, y a quienes buscan el poder no les interesa dar demasiada importancia a la virtud y a la verdad".
"No es tan evidente que en un mundo en el cual los gobiernos sirven a los intereses de corporaciones lucrativas, y los ciudadanos se ven esclavizados por su trabajo y sus salarios, hayamos alcanzado una situación más feliz".
"No es posible detener la corrupción, la violencia, la injusticia, la explotación o la indiferencia hacia el bien común y el egoísmo solamente con la aplicación de las leyes y la acción de la policía., ni es siquiera posible que sean sustentadas las conductas virtuosas por normas sociales, sin que estas a su vez lo estén por la madurez psico-espiritual".
"Conviene al sistema económico que la gente no sepa qué hacer con su libertad, pues así trabajan con más ahínco y gastan buena parte de su tiempo, si no dinero, en las diversiones y el turismo, que tan bien se prestan para alejarlos de la conciencia de lo que sienten y piensan".
"He aquí entonces, una primera tarea que un hipótetico gobierno sabio y libre podría hacer por sus ciudadanos: velar por su posibilidad de ocio -que es tiempo liberado de la compulsión de ganarse la vida "con el sudor de su frente": tiempo sabático, para vivir y convivir, y para simplemente, ser y crecer."
Sobre la salud:
"Bien sabemos que la salud pública apenas reconoce el aspecto psicológico de las enfermedades, prefiriendo los fármacos (y así servir a los intereses de los laboratorios) antes que la psicoterapia, y entendiendo la salud mental más como una adaptación social, que como una adaptación de las personas a su propia naturaleza o a la vida"
"Sanar, que es también llegar a esa plenitud del desarrollo humano que conlleva la percepción espiritual de la verdad metafísica, la sensibilidad a la belleza y la orientación espontánea hacia el bien, requiere por lo general un heroico viaje contra la corriente que pocos llevan a término, y mucho más fácil que curar nuestros males psico-espirituales es prevenirlos".
Sobre el autoconocimiento y la psicoterapia:
"El proceso vivencial del autoconocimiento, ya aludido, es ya una de las componentes de esa transformación afectiva que constituye el meollo de lo terapéutico, y que tiene el carácter de un "descenso a los infiernos" que es al mismo tiempo un proceso de purificación -es decir: en el que los aspectos disfuncionales de la vida emocional van siendo desactivados a través de la comprensión. Pero el autoconocimiento no lo es todo: también es necesaria la catarsis de emociones infantiles reprimidas, que no sólo deben ser recordadas sino plenamente sentidas -es decir, re-vividas a través de una plena inmersión en ellas, y es necesario, también desaprender las conductas automáticas o habituales a través de las cuales nuestras "emociones negativas" se han expresado".
Sobre el sistema educativo:
"De vez en cuando me encuentro personas que piensan que el mundo estaría mejor si tuviéramos más educación y me parece apropiado comenzar diciendo que no pienso igual. Es decir: no pienso que nos ayude tener más de lo que hoy en día llamamos educación, y más bien simpatizo con un movimiento hoy en día fuerte en EEUU de padres que optan por sacar a sus hijos de los colegios y dejarlos explorar la cultura por sí mismos a través de un aprendizaje en casa y, más ampliamente, del mundo (...) Sólo pienso que ya que tenemos escuelas, más vale que las utilicemos para algo útil".
"El modelo educacional hoy en día imperante surgió a comienzos de la era industrial y se orienta en gran medida a un currículo implícito de enseñar a la gente a respetar a sus superiores, a quedarse quieta y a tener paciencia con actos repetitivos; pero lo que necesitamos, y cada vez más urgentemente, es una educación que se ocupe de estimular el desarrollo de las personas- -no sólo físico e intelectual, sino emocional, y también espiritual".
"Somos una cultura pedofóbica, y nuestro supuesto amor a los niños enmascara nuestra incapacidad de ser buenos padres: es un simulacro que esconde nuestra escasa capacidad de amar. (...) Los padres dañan a sus hijos mucho más de lo que sospechan en sus existencias sonámbulas, sin saber siquiera cómo -pese a sus amorosas intenciones -los infectan con la patología de la sociedad".
"Es evidente que a través de la educación patriarcal o tradicional con su carácter autoritario (y hasta despótico) se implanta en nosotros un desprecio al placer que perpetúa la sociedad con una especia de castración psíquica de sus hijos. A la implícita pero inequívoca criminalización del placer y de la desobediencia se agrega la desatención a los deseos de los niños, que conlleva el mensaje de que éstos no importan, que termina por internalizarse, y seguramente es una componente importante de nuestra infelicidad -con todo su cortejo de complicaciones derivadas".
"¿Qué más necesita una sociedad de la educación que la felicidad de las personas? ¿Y qué más deberíamos querer para nuestros hijos que su felicidad? (...) El interés por el placer y la alegría de los niños naturalmente lleva un aprecio a su espíritu lúdico, pues de pocas cosas gustan tanto los niños como de jugar; pero no sólo me parece importante llamar la atención sobre la importancia del juego en el desarrollo infantil, sino también señalar la importancia de su violación por la educación autoritaria, que característicamente avasalla a los niños haciéndolos instrumentos de las fuerzas del mercado (...) No es otra cosa que explotación la prioridad que se le ha llegado a dar en la situación escolar a la aprobación de exámenes y a la competencia por las calificaciones, que premian la vanidad y despojan al aprendizaje del placer en la medida en que arrasan con el deseo natural de aprender".